Cultura
La gran pantalla del cine rayano
Cuatro cortometrajes portugueses compiten en el Festival Ibérico de Cine
El López de Ayala ya huele a palomitas. Hasta el próximo sábado, la ciudad tiende su alfombra roja y se engalana para recibir durante cinco noches el mejor celuloide ibérico. Al calor del proyector, un año más, se encuentra su mítico director Alejandro Pachón, que ha seleccionado 32 cortometrajes, cuatro de ellos procedentes de la vecina Portugal, y convirtiendo un año más al Festival Ibérico de Cine en la gran pantalla del cine rayano.
“¡Siempre he estado con esta historia!”, exclama entre carcajadas. Alejandro Pachón, director en Historia del Arte y especializado en Música de Cine según lo presenta su biografía, comenzó su andadura en el Festival Ibérico de Cine como jurado, hasta que dos años más tardes se pusiera al frente del timón. Durante todas estas entregas, siempre ha formado parte del Comité de Selección. “No sé cuántos miles de cortos he visto a lo largo de estos 24 años”, señala divertido. Es humilde, su discurso no revela sus conocimientos sobre el cine de un lado y otro de la Raya pero su trayectoria es impecable e incomparable. Conoce las localizaciones que ofrece el país vecino, “magníficas y, además muy diversas”, y recuerda aquella época en la que se rodó tanto cine español en el país del gallo. También la atracción lusa por los interiores, que “evidentemente tiene mucho que ver con ese concepto del tiempo pausado, y por esa influencia tan grande que ha ejercido sobre él todos los directores portugueses de varias generaciones atrás”. Cita como ejemplo a Manuel de Oliveira, un cineasta con una dilatada carrera y un notorio prestigio en la carrera de los profesionales más jóvenes. Y destaca, por último la importancia del visionado en versión original, con el que “se aprecia mucho más el contenido”.
El semblante de Pachón revela el interés que despierta Portugal en cuanto a cinematografía se refiere, pero se le frunce el ceño al hablar de coproducciones ibéricas. “El año pasado tuvimos un foro académico en el que se abrieron coproducciones para futuros proyectos pero realmente, tal como está la industria del cine… Hay miedo a meterse en aventuras internacionales”, lamenta. Vuelve la vista atrás, a los tiempos dictatorios en ambos países cuando se rodaba una película y en cada país se le daba una versión “porque el franquismo no aceptaba lo que iba a aceptar el salazarismo, y viceversa” y de la época dorada de los ochenta pero se aflige. “No ha habido una colaboración tan fuerte como debería de haberla”.
La edición número 24
Pachón tiene mucho que contar sobre la trayectoria de esta cita. “El Festival echó a andar porque se empezaron a barajar ideas de hacer algo peculiar, algo diferente y único a nivel peninsular. Parece mentira que no hubiese aún ningún festival de esta temática”, cuenta añadiendo que, a pesar de que existan algunas muestras similares, “desde luego no con la relación que mantenemos nosotros con Portugal”.
El director admite que son las propias agencias de cortometrajes portuguesas y las distintas productoras las que con fluidez les hacen llegar los últimos trabajos rodados en Portugal y por portugueses. Es símbolo del vínculo que une a los dos países a través de este Festival donde, incluso, se han estrenado largos lusos fuera de competición.
Para la 24 edición, que echó a rodar ayer con el estreno del filme ‘Carmen y Lola’, guarda cuatro títulos que encarnan lo mejor de los cineastas lusos. Dos de ellos, ‘A sonolenta’ y ‘Tocadora’ representan el género más popular, aplaudido y demandado en Portugal, la animación. “Hay una escuela muy importante en Oporto dedicada a esto. Se trata de una animación artesanal para adultos, muy interesante, llena de poesía y con una banda sonora espectacular”, asegura revelando que lo entremezcla con personajes reales.
Otro corto, “bastante curioso y diferente” es ‘Thursday Night’, protagonizado por perros que se incluirá también en la programación del Festival dos Miúdos. Pero si con algún título se queda el programador es con ‘Coupe de Grâce’, “un corto más del estilo del ensayo portugués, con esa narrativa pausada y donde para mí es clave y fundamental el lenguaje fotográfico y el movimiento de la cámara”. Sobre esta historia de desencuentros familiares destaca el ritmo del tiempo por encima del mensaje que trasmite, como si de una historia intimista al mismo tiempo que reivindicativa se tratase.
“Todos estos cortometrajes de nuestros vecinos portugueses tienen una personalidad especial”, apunta Pachón. Al igual que lo tiene los escenarios rayanos, Olivenza y, por primera vez, San Vicente de Alcántara, por donde la muestra se expande a la conquista de la Raya. Y como tiene este Festival Ibérico de Cine que, año tras año, se alza con el premio más rayano y transfronterizo.