Cultura

María Victoria Moreno, una rayana que defendió a ultranza la lengua gallega

La autora, que nació en Valencia de Alcántara y recorrió todo el país, ha sido distinguida con el Premio de las Letras Galegas a título póstumo

María Victoria Moreno nació en Valencia de Alcántara, cuando ‘la carretera’ se hacía llamar calle Hernán Cortés. De forma fortuita, por culpa del destino militar fronterizo de su tío, al que acompañó su madre al irse su padre al frente bélico. Con poco más de un año se fue a vivir a Badajoz, donde residió hasta que le impusieron un nuevo destino a su núcleo familiar, y pasando los primeros años de su historia con un peregrinaje que marcó toda su vida. Murió en Galicia, tierra que, a título póstumo, le ha hecho valedera del Premio de las Letras Galegas: un homenaje a su compromiso con esta lengua nacional.

“Di con ella de manera accidental. Me enteré de que era de Valencia de Alcántara pero en el pueblo nadie la conocía”, declara el profesor e investigador José Antonio Santiago. Un dichoso hallazgo que le ha llevado a transcribir toda su obra y convertirse en uno de los letrados que más se ha interesado por su figura. “Revisando el acta de su nacimiento, los testigos son un tal Celestino Castelão y Pedro Rodríguez”, detalla. “Y en Badajoz sé que vivieron no muy lejos del Puente de Palma”, añade.

Él mejor nadie conoce la rebeldía que caracterizó a María Victoria. Luchó contra viento y marea por la literatura, y especialmente la gallega. “Fue condenada por el franquismo por unos cursos que dio en Galicia”, cuenta. El mismo Santiago piensa que tuvo un ejemplo a seguir muy de cerca, el de su madre, “una mujer que a mí sí que me parecía admirable”. El investigador explica que la matriarca, de profesión maestra de escuela, recorrió gran parte de España cuando sus hijos eran pequeños y que, a pesar de las dificultades de unos tiempos de posguerra, consiguió darle lo mejor a sus pequeños. “El hermano pequeño de María Victoria es abogado. Su otro hermano fue Director General de Educación en Palencia, y su hermana médico”, puntualiza. “Tuvo que ser bastante luchadora”.

Precisamente uno de sus hermanos se llamaba Rafael, “patrón de los caminantes”, como precisa Santiago. Un hecho por el que, quizá, María Victoria emplease como pseudónimo el de Peregrina Pérez. “Pudo ser por esta razón, aunque fue una mujer que estuvo itinerando por muchos sitios de España”.

 

Profesora en Galicia

María Victoria estudió el bachillerato de la época en Barcelona y Románicas en Madrid, en el Colegio Mayor de la Almudena. Allí conoció a distinguidos nombres de la literatura española. “Tuvo de profesores a Rafael Lapesa, un gran lingüista, y al famoso poeta Dámaso Alonso”, señala el investigador. Y fue allí donde conoció a su marido, José Luis Llácer, licenciado en Pedagogía. “En parte, ellos también le despertaron esa inquietud literaria”.

Aunque fue especialmente en Galicia donde la escritora despuntó. “Conoció a Alonso Montero, que luego fue presidente de la Academia de las Letras Gallegas”, explica. Ella adoptó el gallego para luchar por este idioma en un entorno complicado. “Hablar gallego, enseñar gallego, fomentar el gallego no era para nada muy aceptado ni políticamente correcto”, asevera el profesor. Recuerda cómo y por qué le quitaron el pasaporte como una condena franquista.

Ahora Galicia le rinde homenaje con el Premio de las Letras Galegas. Un galardón que ha recogido su familia y que, erróneamente, muchos han considerado como una distinción nacionalista. “Su figura es justamente lo contrario”, defiende Santiago. “Una mujer que nace en Valencia de Alcántara, que se cría entre Extremadura y Castilla y León, que estudia en Barcelona y luego en Madrid, y que se traslada a Galicia, me parece que es justamente el mejor argumento contra cualquier tipo de movimiento identitario basado en la lengua”. Allá donde esté, enhorabuena, María Victoria.