Agronatura

El refugio del lince ibérico portugués

Portugal recibe a los nueve ejemplares del Centro de Cría de Silves que tuvieron que ser rescatados ante la amenaza del incendio del Algarve

“Fresco está dentro pero Fruta parece que se lo huele”. Es imposible que los interfonos del Centro de Cría en Cautividad del Lince Ibérico de Zarza de Granadilla guarden silencio durante más de 30 segundos seguidos. Hoy es un día especial aunque nadie quiera hacer las maletas. “Por nosotros nos quedábamos con Juro”, confiesan. Es el diminutivo de Juromenha, una de las nueve crías que tuvieron que ser trasladadas a la sede extremeña ante el fuego que amenazaba las instalaciones de esta red en el Algarve como fruto de la cooperación transfronteriza entre España y Portugal

Francisco Villaespesa es el director de los centros de Cría en Cautividad del Lince Ibérico de Zarza de Granadilla (Cáceres) y El Acebuche (Huelva), que junto con el de Silves, en el Algarve portugués, y La Olivilla, en Jaén, conforman una red a la que poco le importa que la Península Ibérica esté dividida en dos países. Y es que nada más recibir la alarma de que un peligroso incendio se acercaba a pasos agigantados a las instalaciones algarvienses. “Se evacuaron los 29 ejemplares que vivían en el centro portugués: nueve vinieron aquí, ocho se fueron a Doñana y doce a Jaén”, cuenta. Un éxodo posible gracias a la coordinación entre lo diferentes centros y la estacionalidad del mismo, una época tranquila y libre de cruzamientos. “Pudimos asumir esos ejemplares y ahora ya están volviendo a Portugal”. 

 

Francisco Villaespesa es el director de los centros de cría de Zarza de Granadilla y El Acebuche. Foto: RAYANOS MAGAZINE. Patricia es una de las responsables del control de videovigilancia. Foto: RAYANOS MAGAZINE.

El hombre recalca la importancia de este sistema, “un método no invasivo que no molesta a los animales y que te permite obtener más información que si estuvieras en el interior de los recintos con ellos”. Y revela el motivo por el que los linces portugueses no han vuelto antes a casa. “El Centro de Cría de Silves no se quemó totalmente pero el fuego sí afecto a este sistema, especialmente al cableado y las cámaras”, sin el que difícilmente podría continuar su día a día.

 

Época de cría

La marcha de Juro es una de las que más nostalgias despiertan. “Es muy pequeña, puede pesar alrededor de los dos kilos”, asegura Patricia. “Los echaremos de menos pero nos vendrá bien porque ya estamos preparando la temporada reproductora 2019”, apunta el director. Se trata de una estación en la que la genética cobra protagonismo para cruzar a los linces más idóneos para la supervivencia de la especie. “El genetista decide cuáles son los ejemplares más idóneos para emparejar en cada centro y que se conviertan en los padres de los nuevos cachorros que nacerán el próximo año”. Una socialización y emparejamiento que tampoco entiende de fronteras. “Quizá genéticamente interese que un macho de Zarza de Granadilla vaya a Portugal, por ejemplo. Pues antes de la temporada de cría se hace el traslado para que cada centro tenga la mayor variedad genética”.

 

Detalles de la sala de control por videovigilancia del centro extremeño. Foto: RAYANOS MAGAZINE. Panorámica del centro de Zarza de Granadilla. Foto: RAYANOS MAGAZINE.

En ese momento, el interfono vuelve a sonar: Fruta ha entrado a por su presa comenzando así su viaje de vuelta a Silves. Allí continuará disfrutando del monte mediterráneo en cautividad. O en libertad. Y quizá, solo quizá, sea cuando vuelva a España para volver a demostrar que el lince ibérico no entiende de lindes ni fronteras.