Cultura

Un festival de oro

El Festival de Teatro Clásico de Alcántara alcanza sus 34 ediciones con muchos títulos y nombres a sus espaldas

Los años ochenta supusieron una auténtica efervescencia cultural. La apuesta por la cultura alternativa invadió todo el país, desde las grandes ciudades hasta los núcleos de población más pequeños. Ejemplo de ello es Alcántara y su iniciativa de hacer de la Galería Carlos V de su Conventual de San Benito -riqueza patrimonial de la Raya- un conseguido corral de comedias en el que tomaran forma, y vida, los clásicos del Siglo de Oro. Así nació su Festival de Teatro Clásico y la magia de sus noches de verano.

Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Foto: FESTIVAL DE ALCÁNTARA.

Corría el año 1984, y este festival arrancaba como un experimento en el mes de junio y con José Luis Sánchez-Mata al frente. “Hay que crear algo donde no existen nada, solo el marco incomparable del conventual”, apunta el que muchos consideran el gran nombre del festival, Kiko Magariño. “Hubo que empezar desde cero con el concepto de programación, una filosofía popular directa al público, co todo lo que es la infraestructura de material y personal”, anota. Tras tomar la sucesión de Antonio Guirau, sustituto de Sánchez-Mata, llegó al timón de la cita alcantareña para dirigirlo durante veinte ediciones. “Todo eso, cuando yo llego, está creado. Por eso es bueno y merecedor recordar a estas personas”.

Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Foto: FESTIVAL DE ALCÁNTARA.

La primera edición que dirigió Magariño fue la del verano de 1993. Lo hizo con la incertidumbre de saber por cuánto tiempo sería, pero la seguridad de tener por constante “que lo que debía mejorarse y se pudiese, se debía hacer, y lo que estuviese funcionando, para qué tocarlo”, apostilla. “Como entiendo la filosofía de mi vida”. Esa fue su fórmula secreta para conocer la evolución del festival durante dos décadas: mejoró infraestructuras y el trato del personal de sala; también, remodeló taquilla y gabinete de prensa, y algunos cambios más. “Siempre sin perder de vista el origen del Festival de Alcántara, que parte de la población”.

El Brujo en el Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Foto: FESTIVAL DE ALCÁNTARA.

Todo esto con un porqué. “Creo que es un pueblo muy amante del teatro, que quiere mucho a su festival y lo defienden a capa y espada”, estima la que fuese su directora desde 2013 a 2016, Olga Estecha. Llegó a la cúspide del Festival de Teatro Clásico de Alcántara después de que la Consejería de Cultura del Gobierno de Monago considerarse darle un cambio de aires a la cita. “Me imagino que nadie es eterno en los sitios, o al menos yo entiendo que tampoco debe ser así”, afirma Magariños cuando recuerda su marcha. Un adiós que dejó el listón bastante alto al proyecto de Estecha, seleccionado por concurso público entre ocho propuestas. “Creo que alguien dijo, a esta chica, que es bastante austera, vamos a entregarle esto”, relata chistosa la que se convirtió en primera directora de la muestra.

Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Foto: FESTIVAL DE ALCÁNTARA.

 

Un público de primera fila

Estecha reconoce que una de las cosas que más admira del Festival de Teatro Clásico de Alcántara es su continuidad. “Es una población muy pequeña, no es tan fácil”. Para ello, y con el objetivo de atraer a más público, siempre -siempre- se ha apostado por espectáculos de calidad suprema y compañías de primera fila. “Intentas programar grupos que tuviesen la suficiente trayectoria o un currículum merecedor de estar dentro”, subraya Magariños. Aunque siempre contando con lo autóctono y lo local, una fusión que Estecha define como “lo bonito y lo difícil de este festival”. Y es que, en sus palabras, “tienes que darle una calidad a nivel nacional en equilibrio con lo más popular para que el pueblo sienta que es suyo”.

Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Foto: FESTIVAL DE ALCÁNTARA.

Y así lo viven. “El público de Alcántara sabe perfectamente qué es bueno, qué es malo y qué es regular”, asevera la última directora del festival, Montaña Granados. La máxima representante de la cita en la pasada edición explica que es sorprendente a la par que admirable cómo una localidad tan pequeña tenga tantos conocimientos de teatro. “Viven muchísimo el teatro, yo lo pude comprobar”.

Aunque no son los únicos. Los tres dirigentes coinciden en que entre la afición alcantareña, y cada vez de forma más incipiente, asoma el público luso. “Portugal está aquí al lado”, recuerda Estecha, en cuyas ediciones como directora siempre contó con compañías de teatro portuguesas. “Y hubiese seguido habiéndola” -continúa- “porque tiene una identidad particular, que fuese un festival que sirviera de unión”. Una línea que Granados respaldó con su dirección y, un año después, con su discurso. “Digamos que los festivales de teatro clásico tienen un enfoque muy concreto, se han ido especializando, cosa que quizá le falta un poquito a Alcántara”, dicta. “Nosotros al mercado sería vendernos como un clásico por lo menos ibérico”, propone en alusión a la multitud de referencias de la cultura portuguesa que se encuentran en la localidad.

Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Foto: FESTIVAL DE ALCÁNTARA.

Una nueva etapa

La próxima edición del Festival de Teatro Clásico de Alcántara se celebrará este verano, del 2 al 8 de agosto. De nuevo en el graderío provisional del Conventual de San Benito y con los clásicos del Siglo de Oro, aunque con nuevas manos. La resolución del concurso público dictaminó que sería La Tropa Produce quien debía ponerse al frente.

Ante este momento, Magariños, Estecha y Granados vuelven la vista atrás y se envuelven de melancolía. “Esto para mí era mi vida”, dice Kiko. También aparecen los recuerdos y las anécdotas, como los de Olga cuando rememora la función de La lengua en pedazos con Clara Sanchís: “sonaban las ovejas bajo un manto de estrellas de una noche preciosa”, recupera. “Fue una experiencia maravillosa como persona y como mujer de teatro”, declara. Granados, por su parte, se queda hasta con los nervios y el pánico previo a la función de Ron Lalá mientras un incendio asolaba terreno cerca, cuando “decían que si a las ocho no habían dado la luz no actuaban después de tener vendidas todas las localidades”. Ella también coincide con sus compañeros: “fue una emoción”.