Escapadas

Estremoz, la (blanca) capital del marmol portugués

De la Ciudad Alta a la Baja pasando por sus imponentes murallas y fortalezas, un viaje a través de su patrimonio cultural y artístico

Estremoz es la capital del mármol portugués. Este municipio, situado junto a Borba y Vila Viçosa, se populariza por sus buenas y bonitas piedras calizas, llegando a competir con las italianas de Carrara. Tanto, que se usa por todas partes: hasta en los toscos adoquines que visten las calzadas de su centro histórico. Situada a unos 50 kilómetros de la frontera, esta villa medieval se divide en dos ambientes. La zona baja, comercial y más moderna, y la alta, rodeada por una muralla que abraza un laberinto de tortuosas callejuelas y vertiginosas vistas. 

08:30 La importancia de los cafés

Los cafés han formado parte de la historia de Portugal: eran, son y serán encuentros de políticos, filósofos y artistas. Y en Estremoz no iba a ser menos. El Café Aguias de’Ouro (Rossio Marquês de Pombal, 27-29) se remonta a principios del siglo XX como una importante referencia sociológica y un hito en la memoria colectiva. Su arquitectura ecléctica, especialmente visible en el lenguaje decorativo de la fachada, deja entre ver la notoria influencia del Art Nouveau que arrasó en el país durante la época. Recuerde pedir una bica para despertarse y arrancar una buena caminata turística.

09:30 El mármol, rey y señor

No hay mejor inicio de un itinerario turístico en Estremoz que el que marca la Pedreira Municipal para entender la magnificencia del patrimonio industrial asociado a la extracción de mármol. Es una experiencia única. Y es que esta piedra caliza ha marcado históricamente el paisaje y la arquitectura de la villa: no existe en la iudad un único edificio, calzada o fuente que no posea este material de construcción. 

11:00 El corazón de la ciudad

La Ciudad Alta de Estremoz se encuentra rodeada de espectaculares y serpenteantes murallas. Los lugareños recomiendan acceder a ella por la estrecha Rua da Frandina desde la Praça Luís de Camões y atravesar la fortaleza por el Arco da Frandina. Una vez allí, es recomendable comenzar por el Museo Municipal, unas galerías dedicadas a la cerámica, el corcho, la madera y el mármol del siglo XVII al XIX. Y es que el edificio en sí es digno de conocer: recrea una tradicional casa alentejana con un mimado mobiliario pintado a mano. No se olvide de sacar su cámara de fotos en uno de sus patios, donde se aprecia la labor de los ‘bonecos’, las tradicionales figuras de barro hechas a mano. Continúa el recorrido en el vetusto castillo y su vertiginosa Torre de Três Coroas, una construcción de 27 metros de altura desde la que podrás contemplar los infinitos campos de viñedos y olivares que bañan la Sierra de Ossa. Se cree que la obra de esta monumental edificación pasó por tres reinados, el de Alfonso IV, Pedro y Fernando, y que por ello pasó a conocerse popularmente como la Torre de las Tres Coronas. Las torres alienadas y la torre rectangular de estilo romano-gótico tampoco tienen desperdicio.

13:30 El misticismo de las tascas

Hora del almuerzo. Estremoz es famosa por la diversidad gastronómica que ofrecen sus tascas, restaurantes que ofrecen lo mejor de la cocina tradicional con la última innovación para satisfacer a todos los paladares. Una de las más recomendadas es São Rosas, un espacio de arcos encalados y mesas con manteles blancos donde se funde la elegancia con lo rústico. Sus entrantes no tienen desperdicio. No se vaya sin probar la gadanha o la Rainha Santa, dos delicias para los cinco sentidos.

15:30 La figura de la Reina Isabel de Portugal

No se despida de la Ciudad Alta sin antes visitar la Capilla de Santa Isabel, una edificación religiosa con una importante decoración en azulejos del siglo XVIII en la que se representan escenas de la vida de la reina santa, famosa por su generosidad con los pobres pese a la desaprobación de su marido. Cuenta la leyenda que un día, ante la atenta mirada del rey, se le cayó de su delantal el pan que había escondido para donarlo, convirtiéndose milagrosamente en rosas que le salvasen de una fuerte reprimenda.

17:30 La plaza más grande del país

Son muchos los que juran y perduran que Rossio Marquês de Pombal es la mayor y más bella plaza del país. Sea como fuera, sin duda alguna es una verdadera sala de visitas y es que es punto de encuentro para turistas y lugareños. Está envuelta por un patrimonio arquitectónico de importante valor, por lo que después del café de la tarde deberás hacer una parada en el Convento de los Congregados, el Convento de las Maltezas y el Lago do Gadanha, un gran lago construido por completo en mármol. Retrate y comparta una fotografía de la estatua de Saturno que preside la plaza y que simboliza lo efímero de la vida.

19:30 El renacer de la ciudad

Si la Ciudad Alta atesoraba los orígenes de Estremoz, la Ciudad Baja es símbolo de la modernidad. Rodeada por una muralla declarada Monumento Nacional en 1924, y cuyos orígenes la remontan al siglo XVII y la importancia de esta plaza en la defensa de las fronteras portuguesas, esta llanura es un intento de ciudad militar ideal. Posee iglesias imponentes, antiguos conventos y edificios monásticos convertidos en cuarteles de caballería. Haga un alto en el Claustro de la Misericordia, a caballo entre el estilo gótico y manuelino y sede del Centro de Ciencia Viva, el Museo de Arte Sacro y su fachada de influencia ‘borromina’, y el Convento de San Francisco, hoy cuartel militar.

21:30 Unos vinos (verdes) de la tierra

Después de todo un día pateando Estremoz es hora de darse un homenaje, y qué mejor que con productos de la tierra. Diríjase hasta el Zona Verde Restaurante, un establecimiento que aunque ha modernizado su aspecto sustituyendo los azulejos originales, afortunadamente conserva la cocina tradicional en su carta. Pida media ración de ensopado de borrego y acompáñelo con un caldo de la tierra. Si se queda con ganas de más, puede tomar una copa en el Reguengo Bar, un espacio semejante a un granero con techo abovedado donde no falta la música en directo. 

23:30 El descanso de un santo

Le espera un largo paseo, pero merecerá la pena. No hay mejor lugar para el descanso en Estremoz que la Pousada da Reina Santa Isabel, el suntuoso alojamiento que ocupa el antiguo palacio real, de aspecto adusto, fortificado y color blanco, que el rey Dinis mandó a construir en el siglo XIII para su nueva esposa Isabel de Aragón. Ofrece amplias habitaciones con muebles antiguos, encantadores jardines palaciegos, piscina con vistas y zonas comunes decoradas con tapices dignos de un museo. Lo mejor de lo mejor, las vistas a las llanuras del Alentejo.