Turismo

Un viaje en el tiempo a través de la historia de Valencia de Alcántara

El Centro de Interpretación ofrece al turista una contextualización del municipio y su historia

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De bien es sabido que la boda regia entre la infanta Isabel y el rey de Portugal tuvo lugar en Valencia de Alcántara. A otros muchos, también les suena la importancia de la Orden de Alcántara en la zona. Pero probablemente, a otros tantos se les escape que tienen uno de los conjuntos megalíticos más importantes del país o la transcendencia que tuvo el paso del tren por el municipio. Para conocer la historia de esta localidad rayana se encuentra el Centro de Interpretación de Valencia de Alcántara, un lugar que ofrece al turista un auténtico viaje en el tiempo.

En pleno Barrio Gótico Judío se encuentra una casa solariega y blasonada del siglo XVI, más conocida como la casa del Marqués de Labrador. Un edificio rehabilitado por el Ayuntamiento de Valencia de Alcántara a partir de talleres de empleo en el año 2007, cuando se abrió como Oficina de Turismo. “Durante muchos años ha estado abierto por los voluntarios turísticos, que están siempre pendiente de nosotras”, recalca Macarena, una de las técnicos de este Centro de Interpretación que, desde 2016, forma parte de la Red de Centros de Interpretación de la provincia de Cáceres. 

“El concepto hacia el que lo tenemos enfocado es que el turista se lleve el conocimiento de la historia sobre Valencia”, explica la chica aconsejando que sería conveniente pasar por el centro antes de visitar el municipio -como si de una guía se tratase-, aunque no primordial. De ahí, que en el hall, el turista sea recibido por una gran maqueta del centro medieval en la que apreciar cómo se encuentra en la actualidad la zona del castillo. “Dentro de la muralla hay un edificio moderno donde estuvo el cuartel de caballería en el siglo XVIII o, años después, el cuartel de la Guardia Civil”, cuenta Macarena mientras recuerda que este marco sirve de escenario de proyecciones cinematográficas y conciertos al aire libre durante los meses de verano.

El recorrido oficial por este Centro de Interpretación comienza en la sala de los Paisajes Sagrados, dedicada al periodo prehistórico y donde la guía hace especial hincapié. “Porque el recurso turístico más relevante que tiene Valencia de Alcántara son su conjunto de dólmenes”, asevera la joven. Se trata de un recurso común con Portugal de la época neolítica que deja en el término municipal de Valencia de Alcántara más de 40 dólmenes, la mayoría de granito. “Algo beneficioso porque este material se conserva muchísimo mejor”. 

Esta primera sala está presidida por una réplica casi a tamaño real del Cajirón II, uno de los enterramientos más importantes de este conjunto, declarado Bien de Interés Cultural como zona arqueológica. Macarena explica que es difícil conocer los ritos funerarios que seguían a la hora de enterrar los cadáveres pero que sí hay constancia de que los soterraban con algunas de sus pertenencias, y prueba de ello es el ajuar hallado alrededor del dolmen de Las Lanchas. “Tiene mucho valor que esté aquí, en el pueblo, y no en un museo nacional o provincial” comenta señalando algunos abalorios y puntas de hachas. 

 

Vestigios romanos

A continuación aparece la sala de la época romana, con piezas cedidas de la época. En ella se distingue, entre otros, una cuidada lápida o un curioso tablero con una ánfora, “del que se piensa que fuese un indicador de un lagar de aceite o de vino”. Elementos que, según cuenta la guía, han aparecido de forma muy distribuida debido a la división poblacional de este período. “Valencia no tuvo una ciudad romana, sino pequeños núcleos agrícolas muy repartidos. Se cuentan más de 20 por todo el término municipal”, sostiene.

A través de una fotografía que recrea la calzada romana que se encuentra en la ruta de los dólmenes de La Zafra se llega a la siguiente sala, dedicada a la época medieval y personajes importantes de la historia. En una estructura aparecen representados un caballero monje de la Orden de Alcántara, “una orden de mucha importancia por ser la que reconquistó Valencia de Alcántara de los musulmanes”. También la Boda Regia entre la infanta Isabel y el rey de Portugal, Manuel ‘El Afortunado’. “Se casaron en 1497 en la iglesia de Santa María, que fue sobre la que se construyó la iglesia de Rocamador”, puntualiza Macarena.

La trascendencia del tren

El tren es el protagonista de la próxima sala, que tiene forma de un vagón antiguo de tren “por la importancia que tuvo en Valencia que fuese aquí donde se inaugurase la primera línea ferroviaria que comunicaba Madrid con Lisboa”. Fue en 1881 y al acto se presentó el mismísimo Alfonso XII con Luis I, y prueba de ello son las portadas de periódico que se encuentran en la sala. 

La guía cuenta que esto supuso un revulsivo económico para el territorio ya que, a partir de entonces, Valencia de Alcántara se convirtió en sinónimo de trabajo y aduana y, por ende, grandes cifras económicas. “Cuando pasaba este tren, y cuando la frontera estaba cerrada, vivían aquí muchos funcionarios por motivos de trabajo”, explica. “Con la apertura de la frontera, a pesar de lo beneficioso que fue y es, toda esta población se fue”. Una pérdida de la que aún no se ha recuperado el municipio. 

Sentimiento rayano desde los orígenes

Después de descubrir todos los relatos alrededor del tren, llega el turno de conocer la historia más moderna del pueblo. En una sala decorada con decenas de retratos antiguos de los propios vecinos de Valencia, fruto de una reciente exposición, encontramos elementos típicos de sus abuelos. “Estos son dos mayos”, dice la guía mientras señala a dos muñecos de trapo. Habla de dos muñecos característicos de una de las fiestas más tradicionales de Valencia, Los Mayos, que se celebra cada año el día 1 de mayo. 

Es la antesala a la última habitación la de las tres culturas, donde aparecen representadas la musulmana, la judía y la cristiana como un ejemplo de convivencia. Un mensaje en el que Macarena hace hincapié a lo largo de toda la visita, y es que, si algo tiene en común los diferentes periodos de la historia valenciana es el sentimiento rayano. “Fuimos portugueses durante 15 años en dos periodos diferentes”, recuerda. “Y ahora, con la frontera abierta, estamos hermanados”.