Turismo
La Mascarrá, la fiesta del corcho
Las hogueras se prenden y los corchos se queman para pintar de diversión San Vicente de Alcántara el día de su patrón
Suena el repique de campanas en San Vicente de Alcántara. Es 21 de enero, víspera del santo patrón. Los más pequeños saben que, como si del timbre del colegio se tratase, es el estímulo para echar a correr y recoger ramas de olivos. También valen de encinas o alcornoque, los restos de la poda de invierno. Todos aquellos posibles: tienen que conseguir que su calle luzca la hoguera más grande. Comienza La Mascarrá.
“Los más ancianos dicen que de niños ya lo hacían, y que sus padres les contaban que ellos también”, asegura la directora del Museo del Corcho, Susana Expósito. Así de incierto es el origen de la fiesta de La Mascarrá. No existe una fecha inicial, aunque se cree que pudo comenzar con el asentamiento de la industria del corcho en la zona, a finales del siglo XIX. Tampoco si el martirio sufrido por el mártir San Vicente tuvo algo que ver, o si simplemente es una forma de purificación mediante el fuego para empezar el año con buen pie.
Todo arranca con una ceremonia religiosa en la Parroquia de San Vicente Mártir. Una vez finalizada, comienza la procesión del patrón. Una carrera en la que transita por esta localidad rayana, visitando las diferentes hogueras que han prendido los vecinos de cada calle. “Antes era más simbólico. Ahora se hacen menos hogueras”, lamenta Expósito. Que las calles fuesen de tierra o que también hubiese más enseres viejos por casa, “como los antiguos muebles de mimbre”, facilitaba la tarea. Pero, aún así, el Ayuntamiento de San Vicente de Alcántara no quiere perder esta arraigada tradición. “Organiza un concurso, la hoguera más grande se lleva un premio económico”.
La propia institución también participa en la quema con dos fogatas. Una de ellas, en el Parque de España. Allí se quema un muñeco con tintes alegóricos confeccionado con la delicadeza de los grupos folklóricos del pueblo. Un ritual que comenzó de la mano de Manuel Cordovilla, allá por 1975. “Este hombre hacía mayos, unos muñecos que quemamos el 1 de mayo. Creemos que por esta tradición se le ocurrió quemar uno en los mascarrones”, explica la directora del museo.
El corcho, el auténtico protagonista
Como no podía ser de otra manera, el corcho es el auténtico protagonista de esta fiesta local. “Antes se quemaba una corcha grande en cada hoguera y a todos los que se acercaban por su barrio, les enmascarraban la cara”, relata esta sanvicenteña. Con enmascarrar se refiere apintarse la cara con el tizne que suelta el corcho quemado tras enfriarse. “Ahora, desde el Museo del Corcho preparamos tapones y palitos de madera para que todo aquel que quiera hacer mascarrones tenga un corcho cerca”, detalla la directora del Museo del Corcho, institución que también lleva la fiesta al colegio. El C.E.I.P. Pedro Vilallonga Cánovas celebra su Mascarrá el mismo día 21 por la mañana, con una hoguera para que puedan enmascarrarse. “Llevamos un tapón para cada uno de los 500 niños”.
“Todo esto ocurre la víspera de San Vicente”, cuenta entusiasmada Expósito. Revela que el consistorio se encuentran en plenos preparativos de la programación, que incluirá una verbena y una parrillada para todos los que disfruten de La Mascarrá. “El 22 continúa la fiesta. Es el día grande, habrá paella para todos los vecinos y actividades lúdicas para los más pequeños”, afirma.
La directora explica que esta tradición popular aún no tiene ningún título pero sí intención de conseguir ser Fiesta de Interés Turístico Regional. “Es una fiesta muy aceptada. Al estar tan arraigada, la conocen todos nuestros vecinos de la comarca y se llenan las calles del pueblo”, reconoce. Una tradición que se ha cuidado con mimo de generación en generación y siempre con el uso del corcho por bandera, los mejores requisitos para hacer de La Mascarrá la mejor embajadora de San Vicente de Alcántara.