Turismo

Las piscinas de La Codosera, un baño silvestre

Repleto de arboleda y sombra, el complejo de piscinas naturales del río Gévora es uno de los espacios fluviales más codiciados de la Raya

Las piscinas de La Codosera fácilmente podrían considerase las más codiciadas de la Raya. Su abundante arboleda, su completo acondicionamiento y la cristalinidad de sus aguas le hacen recibir unos 200 bañistas diarios que, llegados desde un lado y otro de la frontera, buscan darse un chapuzón en un refrescante oasis silvestre.

Como un ni pa ti, ni pa mí, el complejo de piscinas naturales del río Gévora se enclava en plena Raya: a pesar de localizarse en territorio extremeño, el cartel de ‘Bem-vindos ao Alentejo’ se divisa a tan solo cinco kilómetros. No fue la mano del hombre sino el capricho de este río que nace a tan solo ocho kilómetros, en pleno corazón de la Serra de São Mamede, el que quiso que a su llegada al término municipal de La Codosera ensanchara hasta formar un trecho aparente para darse un chapuzón. Y que lo hiciera en un paraje idílico y agreste, rodeado de naturaleza y aire puro, porque si algo caracteriza este paisaje es la espontaneidad del mismo.

Paraje del complejo de piscinas naturales del río Gévora. Foto: LA MUNDINQUIETA.

El agua que baña el complejo de piscinas naturales de La Codosera es limpia, cristalina y saludable. Y fría, muy fría. La cercanía de su nacimiento y su corriente continúa es la responsable de estas peculiaridades, convirtiéndola en uno de los charcos más apetecibles por los viajeros, quienes también valoran positivamente su sombría. Una frondosa alameda de encinas, sauces, fresnos saúcos y alisos rodea los márgenes del río, donde se asientan merenderos y barbacoas que, en verano, están prohibidas encender.

Paraje del complejo de piscinas naturales del río Gévora. Foto: LA MUNDINQUIETA.

Tres piscinas, tres profundidades

Las piscinas de La Codosera son un destino interesante para ir en familia. El espacio ofrece tres piscinas de diferentes profundidades gracias al sistema de escalada del agua. O en otras palabras, se aprovechó el curso natural del río para dividirlo en tres espacios de diferentes profundidades. La primera, con alrededor de 50 centímetros de altitud, es la más frecuentada por los más pequeños, mientras que la segunda, de algo más de un metro es la zona intermedia. La última, que despide al Gévora para convertirse en frontera natural entre España y Portugal hasta su llegada a Badajoz, es la de mayor fondo.

Al paraje no le falta una zona de juegos infantiles. Tampoco una zona de aparcamiento ni un chiringuito en el que se adereza la más deliciosa gastronomía rayana. El bacalao a la nata es una de sus especialidades y el entrecot de ternera está para no perdérselo. Además, disponen de repostería tradicional alentejana y precios ajustados para despedirse de este paraíso natural con un sabor de boca inmejorable.

Paraje del complejo de piscinas naturales del río Gévora. Foto: LA MUNDINQUIETA.