Turismo
Santa María del Mercado, una iglesia cristiana con huellas hebreas
Monumento histórico-artístico desde 1991, este templo toma su nombre por su localización, frente a la plazoleta donde en la Edad Media se celebrara el rastro
Alburquerque fue una de las plazas más importantes durante la Edad Media. Ostentó el título de ducado, por el que estuvo constantemente bajo el mandato de la mano derecha del rey de Castilla como si de una ofrenda del segundo al primero se tratase. “Grandes personajes de la historia de Castilla como don Álvaro de Luna, Beltrán de la Cueva o Alfonso de Alburquerque dominaron Alburquerque”, resalta el técnico de Turismo del consistorio alburquerqueño, Eduardo Maya. Él mismo subraya el por qué. “Porque era un puerto seco. Todo el paso de mercancías de Portugal a Castilla pasaban por aquí, y eso repercutía económicamente en las arcas del segundo señor de aquella Castilla”. Y es que, lejos de que Puente Ajuda o Puente de Palmas conectaran los dos territorios de por entonces, el paso que daba la bienvenida por La Codosera era el más importante.
Esto llevó a que Alburquerque fuese una villa próspera. Que la riqueza brotara a través de grandes construcciones, como su majestuoso castillo, su vigilante muralla o sus suntuosas iglesias. “El castillo tiene su iglesia pero ante la cristianizaciónn de la población se levanta otra dentro de la muralla, del barrio de intramuros, para el clero y el campesinado”. Maya habla de la Iglesia de Santa María del Mercado, un templo religioso alzado en la plazoleta del mercado que desde 1991 cuenta con el título de Monumento Histórico-Artístico. “Es muy bonita. Llama mucho la atención porque es muy parecida a Rocamador, en el sentido de que está en esa simbiosis de entremezclar el románico y el gótico”.
Su fachada, sencilla y donde únicamente destaca la puerta principal y el relieve de alabastro que representan el Descendimiento de la cruz, poco revela de su rico interior rectangular. Una vez cruzado el umbral, el arte románico se adueña de su estructura, una planta basilical con arcadas ojivales. “Originariamente, en el siglo XV, se contaban cuatro arcos hasta que en un siglo después, el coro tapó una de las arcadas”, explica el de Turismo, que recuerda que las bóvedas de cañón con lunetos pertenecen a un estilo mudejar. Y en cuanto a las capillas, mientras que las dos laterales son de cúpula semiesférica, la central absidal es de forma polígona con bóveda de crucería.
Vestigios hebreos
El retablo es uno de los principales reclamos de Santa María. Datado en el siglo XVI, se diferencia un primer cuerpo sobre la vida de Jesús mientras que el segundo está protagonizado por la vida de la Virgen y varios personajes bíblicos. Resalta también la entrada a Santa María, una sacristía de estilo gótico-manuelino portugués que mucho recuerda a la arquitectura oliventina. “Y el escudo de Beltrán de la Cueva, el supuesto padre de Juana la Beltraneja y uno de los personajes más importantes que había y que controló este puerto”, anota Maya.
Pero si algo capta la mirada del visitante que llega hasta Santa María del Mercado, son los vestigios judíos que se aprecian en el templo. “En Alburquerque hubo una comunidad hebrea. Mira, una tumba de un judío converso”, afirma mientras señala el pavimento cercano al altar principal. Es la estrella de cinco puntas popularmente conocida como de Salomón, que dicta que allí descansan los restos de un judío converso. “Se llamaba Juan Landero y era ascendiente del Premio de Literatura Luis Landero”.
“Muchos de los descendientes de los judíos que fueron expulsados en 1492 han venido a Alburquerque para enseñarle a sus hijos un pasado hebreo”, asegura Maya. Y es que estos detalles hacen imprescindible la visita a la que fuese la villa medieval más importante de la Raya.