Turismo

San Jorge de Alor, la aldea de las chimeneas

En el ‘skyline’ de la pedanía de Olivenza abundan estas construcciones de estilo portugués datadas en el siglo XVIII

Existe un diario de un cirujano que curó heridas durante la Guerra de la Independencia en la zona de Olivenza. Aún se conservan las páginas del 5 de enero, donde dicta que salió un buen día y que aprovechó para visitar el entorno natural del territorio. Cuentan que se había encontrado con “Saint George”, una aldea donde apreció una calle con parras a uno y otro lado. La misma calle que, no hace mucho tiempo, era frecuentada por alumnos de Bellas Artes para plasmar la más bella peculiaridad de San Jorge de Alor: el encanto de sus chimeneas.

Son muchos los que conocen esta aldea de Olivenza como el pueblo de las chimeneas. “Y eso que ya no es lo que era”, lamenta Servando Rodríguez, técnico de Turismo del consistorio oliventino. Él nació en la calle Parras a la que alude el cirujano inglés, “aunque en mi época se llamaba Queipo de Llanos”. Y pocos mejor que él consiguen dibujar con los ojos cerrados el skyline de San Jorge de Alor. Ha leído y escrito, ha impartido charlas y conferencias, “e incluso he corregido lo que se cuenta en Wikipedia sobre San Jorge”. De ahí que sea él uno de los que mejor puedan contar la historia de las chimeneas que diferencian a ésta las otras cinco pedanías de Olivenza. “Es un tipo de construcción de estilo portugués que se hacían en el siglo XVIII”, afirma.

Con mimo y delicadeza describe el gran tamaño de estas obras, que “en muchas ocasiones eran más grandes que las propias casas y llegaban a sobresalir por la acera”. Su forma pasa por un tronco piramidal o cilíndrico que deja ver huecos en la parte superior por donde salía el humo, y algunos símbolos como una cruz o la fecha de construcción de la chimenea. Un detalle que se ha considerado como elemento para ahuyentar a los malos espíritus, y es que muchos mayores pensaron que el ruido del viento al entrar por los huecos de las chimeneas podían ser maleficios. 

Foto cedida por SERVANDO RODRÍGUEZ.

Un patrimonio en peligro

Rodríguez cuenta que la evolución de la arquitectura ha llevado a la destrucción de este patrimonio. “La adaptación de las viviendas y los nuevos gustos ha llevado a que cada vez sean menos las que se puedan ver”. En este momento de la conversación, la añoranza se apodera de él y recuerda cuando “las profesoras y alumnas de Bellas Artes de Badajoz venían y buscaban la sombra para sentarse a dibujar las calles empedradas con las chimeneas de fondo”.

Pero éste no es el único atractivo por el que visitar San Jorge de Alor. El edificio más destacado de esta aldea, donde viven algo menos de 500 vecinos, es su iglesia parroquial San Jorge Mártir, una construcción que también refleja la arquitectura popular alentejana. “Esta obra es del siglo XVI, algo que nos lleva a pensar que se mandó a edificar coincidiendo con la residencia de Fray Enrique de Coimbra en Olivenza”, resalta el de Turismo. Habla del fraile que mandó a construir la iglesia oliventina de Santa María Magdalena, donde descansan sus restos mortales.

Pero si algo también es digno de descubrir en esta pequeña aldea es su entorno natural, rodeado por la Sierra de Alor y vigilante por alguna vieja atalaya empañada por el paso del tiempo. Y es que, siglos después y como el diario de aquel cirujano, sigue protagonizando los recuerdos de todo el que llega hasta San Jorge de Alor.