Turismo
El Museo de la Ciudad: de paseo por la historia de Badajoz
El Luis de Morales recibe al visitante que quiera descubrir las entrañas de la capital pacense, arraigadas a las de Portugal
“Es inevitable que Portugal esté presente en este museo. La historia de Badajoz irremediablemente va unida a la historia de la frontera”. De ahí que no sorprenda que el país vecino protagonice – en mayor o menor grado – la mayoría de las salas del Luis de Morales, el Museo de la Ciudad de Badajoz. Un centro repleto de historia que recepciona al turista que llega hasta la capital pacense, y le da las llaves (y claves) de la metrópoli.
Muchos despistados llegan hasta el Museo de la Ciudad buscando obras de Luis de Morales. Y se sorprenden al descubrir que detrás de esta vanguardista fachada no encontrarán ninguna pincelada divina. “Se llama así porque se pensaba que aquí estaba su casa y porque es una figura importante en Badajoz”, aclara Fran Chamorro, guía oficial del museo. “Aquí lo que van a encontrar es la historia de la ciudad”, añade mientras sube unas escaleras que adentran en la primera y única planta dedicada a la villa que fundase Ibn Marwan. Peldaño a peldaño, el hombre anuncia que este museo se asemeja a un centro de interpretación que da la bienvenida a los curiosos que llegan hasta esta metrópoli, poniendo a su disposición las claves históricas en forma de paneles, maquetas y material audiovisual.
“Se inauguró en el año 2003 y cuenta con una decena de salas”, explica mientras conduce al primer espacio, dedicado a un recorrido que parte del 3.000 a.C. y que “habla de Badajoz mucho antes de su fundación, de los primeros pobladores de la Prehistoria”. Se trata de una estancia repleta de paneles divididos en tres franjas: la central dedicada a los acontecimientos ocurridos en el Cerro de la Muela y sus aledaños, comparados en las otras dos con los sucesos que tenían lugar en España y en el resto del mundo hasta el año 2000. “A continuación pasamos a la sala que se centra en la fundación de la ciudad y nos adentramos en la época islámica”, prosigue. En ella se encuentran representados hitos de la era islámica, aftasí y almohade, e, inevitablemente, una presentación de Ibn Marwan, fundador de la ciudad en el siglo IX. Tampoco falta una explicación de cómo se erigían las construcciones a partir de adobe y un panel dedicado a los aromas que dejaron los árabes. “Es lo que más les gusta a los niños”.
Ingleses versus Portugueses
Chamorro se para ante la recreación de la Puerta de Yelves, la conocida como Puerta de Carros en la ciudad, para tomar aliento y analizar el tipo de turista que reciben en el Luis de Morales. Reconoce que durante la Navidad el centro registra el mayor pico de afluencia del año al aprovecharse de la exposición temporal de la Asociación de Belenistas, y que los anglosajones compiten con los portugueses en cuanto al perfil extranjero más recibido. “Vienen muchos ingleses a estudiar los episodios de la Guerra de la Independencia”, dice mientras recuerda que la galería dedica una sala (la última, inaugurada en 2012) a la batalla de La Albuera y su paso por Badajoz, donde se aprecian diferentes maquetas de las contiendas.
“Pero también llegan muchos grupos portugueses, es irremediable”, resalta el guía. Chamorro revela que en algunas ocasiones cuesta hablar de las guerras entre los dos países “o del caso de Olivenza”, que requiere de pedagogía para explicarlo y que se apoya bastante en el contexto histórico. “Badajoz siempre fue fronteriza, desde los primeros tiempos”, afirma aludiendo a las confrontaciones entre moros y cristianos y Castilla y Portgual. “Y eso se ha notado en todo”, añade citando como ejemplo la inquietud de muchos turistas por saber si la Catedral hizo las veces de castillo en algún período histórico. “Aquí no se conservan monumentos importantes por nuestra situación fronteriza. Es más, no se podían permitir hacer grandes monumentos porque sabían que iba a venir una guerra y los iban a destruir”.
Un lamento que puede interpretarse como una fortuna si se tienen en cuenta los restos de fortificaciones defensivas que se conservan. “Como siempre fue un punto estratégico y clave, siempre hubo murallas que la protegiesen”, comenta el hombre. “Las medievales desaparecieron pero aún se conserva, mejor o peor, la que se levantó para protegernos de Portugal”. Una construcción posterior a la “edad del crecimiento”, como le gusta llamar a los siglo XVI y XVII a Chamorro. “Con Felipe II se consigue anexionar los dos territorios, que permanecen unidos durante sesenta años y en paz durante dos siglos”, destaca recordando que es en este tiempo cuando se construyen emblemas de la ciudad como Puerta de Palmas. “Pero a partir de la separación de Portugal ya es un no parar y es cuando se tienen que hacer los baluartes”.
Patrimonio que Badajoz intenta conservar y dar a conocer. Por ejemplo, a través de noticias históricas que se plasman en portadas del siglo XX en gran formato en la última sala del museo, justo al lado de un “bosque de siluetas” entre las que se distinguen la del Porrina o el General Menacho. Y que hacen de esta ciudad uno de los principales atractivos de la Raya.