Turismo

'Almoço' alentejano auténtico: la mesa (y el vino) de Adega Velha

En el centro de Mourão se encuentra esta antigua bodega rehabilitada en restaurante, con interesantes sugerencias gastronómicas del Alentejo rayano

El enoturismo está en auge. El Alentejo, también. Entre las playas paradisiacas del Algarve y el místico encanto lisboeta, asoma la inmensa llanura de la región más rural de Portugal, que invita a disfrutar de su gran riqueza natural, histórica y gastronómica. Para conocerla, se perfila como parada imprescindible Mourão y su Adega Velha, espejo del cante y vino alentejano.


Mourão se encuentra a poco más de 10 kilómetros de la frontera. El primer pueblo de la provincia de Badajoz que se halla en el mapa es Villanueva del Fresno, “aunque pocos clientes españoles vienen aquí”. Son declaraciones de Joaquim Bação, patrón de Adega Velha, un tradicional señor portugués de los que aún fuman habano y visten corbata los martes. Lo asegura convincente y y contundente,  y añade una coletilla: “de clase media”. Y es que su restaurante es elitista y distinguido, pero a su vez, alto obligatorio de cualquier turista modesto que transite o deambule por la aldea que rodea Alqueva y que quiera descubrir la autenticidad de la cocina alentejana tradicional. Su restaurante es típico, de los que pasan de atraer al americano de sandalias y calcetines blancos para concentrar a un grupo coral alentejano espontáneo alrededor de un chato de vino.


Adega Velha se encuentra en el centro de Mourão (Rua Dr. Joaquim José de Vasconcelos Gusmão, 13). Su fachada poco habla de su interior, un espacio oscuro y sombrío que revive su pasado. “La taberna comenzó hace 200 años. Era de mi abuelo y estaba siempre alquilada”, relata Bação en un portugués cerrado. El hombre rememora los orígenes de uno de los restaurantes más codiciados de la localidad, una antigua bodega que aún se hace presente a través de elementos originales: decenas de tinajas donde se guardaba el vino, un suelo de pizarra irregular y paredes con más de dos palmos de espesor. Aunque, sin duda alguna, el atrezo que más llama la atención es una colección envidiable de radios antiguas que decora una de las estancias del restaurante, y el grupo de vecinos de Mourão que cada mediodía se reúne alrededor de la barra para hablar y cantar.

Comida alentejana

En ese grupo de amigos se camufla el mismísimo patrón. Incluso muchos son los que aseveran que comer aquí es lo más parecido a comer en su casa, que él va paseando de mesa en mesa con un vaso de vino en la mano mientras conversa con los clientes creando un clima de confianza y cercanía para degustar algunos de los mejores platos alentejanos.

Una vez que tomas asiento, Isabel no tarda mucho en aparecer para darte la bienvenida, ofrecerte la carta y proponerte algunos entrantes, entre ellos el queso y el famoso pan con mantequilla portugués. No hay menú y sí poca variedad, pero no necesita más: los platos de Adega Velha son de las mejores propuestas del Alentejo. Platos principales y caseros que abarcan todos los gustos: sopa da panela o de cação se perfila entre las favoritas, aunque a la perdiz estofada y los feijão com chouriço no le faltan adepto. Para acompañar, no hay duda: vino de la casa.


La sobremesa se alarga. Por las sugerencias de repostería lusa – entre las que se encuentran las encharcadas, los bolos rançosos y el manjar real -, y por el ambiente distendido que se ha formado con el grupo de amigos que ya canta a las raíces de la región, el mismo que calca la autenticidad de comida alentejana tradicional