Guarda fue el escenario elegido para celebrar un nuevo encuentro de España y Portugal; o mejor dicho, de sus máximas autoridades. La localidad situada a mayor altitud en el país vecino acogió la XXXI Cumbre Hispano-Lusa, una reunión entre el Gobierno español y su homólogo portugués donde se prometió ir de la mano hasta el manido 2030. Y donde se llegó a una serie de acuerdos que ha vuelto a esperanzar a la ciudadanía, especialmente a la rayana: “son para poner en práctica en cuanto sea posible”.
Éstas fueron las palabras que pronunció la ministra de Trabajo lusa, Ana Mendes Godinho. Tanto los ocho ministros que acompañaron al presidente portugués, António Costa, como los once que hicieron lo mismo con el español, Pedro Sánchez, acordaron que es un momento clave para avanzar juntos. Como si justo antes de desatarse la pandemia que sufre ya todo el mundo, y cuyas consecuencias están siendo terribles en las zonas más despobladas, no lo fuera. Una conclusión que llega tarde para los vecinos de la Raya, que cruzan a diario la frontera para trabajar, comprar o visitar a colegas y familiares, pero que lo hace cargada de ilusión.
El momento lo protagonizan las consecuencias de la crisis del coronavirus, sí. Pero también la presidencia semestral de la Unión Europea a cargo de Portugal, que entrará en vigor a principios de 2021. Y el bloqueo entre capitales para ratificar el acuerdo alcanzado en julio, que mantiene paralizada la aprobación del reglamento que regulará las ayudas, además de las estrictas condiciones que imponen los socios del norte europeo... “Vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos en Bruselas para conseguir disponer ya de los fondos comunitarios en enero”, prometió Acosta al mismo tiempo que su homólogo asintió. Sánchez aseguró que, justo ahora, es primordial “reforzar aún más nuestros lazos y nuestra cooperación en los acuerdos que acabamos de firmar”.
Pero, ¿qué fue lo que firmaron exactamente? Hablando en plata, una estrategia común de desarrollo transfronterizo. Una jugada ibérica que permitirá relanzar la economía de ambos lados de la Raya tras el paso del Covid-19, y que promete sanar la enfermedad de la despoblación, especialmente en las regiones transfronterizas que más la sufren. La fórmula propuesta pasa por mejores comunicaciones, donde tendrá mucho que ver el desarrollo tecnológico del 5G; y por prosperar las condiciones de los trabajadores transfronterizos, que podrán portar una tarjeta sanitaria que garantice la Sanidad a un lado y otro de la Raya, así como el libre paso de un país a otro en caso de volver a vivir un cierre de fronteras.
El desarrollo de energías alternativas también marcó la agenda de la cumbre. Ambos países se comprometieron a hacer de la Península Ibérica el principal abastecedor de hidrógeno verde y de litio para el resto de Europa, invitando al desembarco de empresas en zonas donde la producción industrial es escasa. Esto promete generar nuevos puestos de trabajo en un territorio donde los más jóvenes huyen buscando una primera oportunidad laboral. También lo hizo el tren; el famoso tren. La construcción de la alta velocidad ocupó muchos titulares, especialmente en Extremadura, donde seguimos soñando con un trazado Madrid-Lisboa que pase por Badajoz. Pero nadie se pronunció en cuanto a fechas. “Lo inmediato para el Gobierno portugués es mejorar las pequeñas conexiones por carretera en localidades transfronterizas que se encuentran mal comunicadas y muy aisladas”. Que tampoco nos viene mal. Y añadió que “vamos a terminar primero lo que se está construyendo”, en alusión a la línea ferroviaria de mercancías entre el Puerto de Sines (Alentejo) y la frontera pacense. Un balón de oxígeno más para la Raya, que espera que se haga realidad “en cuanto sea posible”.
