Inicio / + Turismo / Así son las Siete Maravillas Naturales de Portugal
Por Esmeralda Torres
28 November 2019
Portugal tiene Siete Maravillas popularmente conocidas, entre las que se encuentran la Torre de Belém de Lisboa y el Palacio da Pena de Sintra, entre otras. Pero aprovechando su ruralismo, el país ofrece otros siete enclaves naturales en los que disfrutar de los caprichos de la Madre Tierra.
1. Portinho da Arrábida, en Setúbal. Encontrar el paraíso en Portugal es fácil si el viajero llega hasta la línea costera de la Serra da Arrábida. Y es que la primera de las Siete Maravillas Naturales, perteneciente a Playas y Acantilados, se localiza en las paradisíacas playas de Portinho da Arrábida. A pesar de no contar con una gran extensión están provistas de aguas totalmente cristalinas, de un color translúcido que permite observar la gran variedad de fauna marina protegida que vive en esta zona de costa cercana a la reserva zoológica de Pedra da Anicha. Para completar la postal, cabe destacar que estas playas están rodeadas por enormes acantilados y arboladas colinas.
2. Lagoa das Sete Cidades, en la Isla de São Miguel. Muchos viajeros confiesan que este es el principal reclamo que les lleva a embarcar con destino las Azores. En la Isla de São Miguel se encuentra la Lagoa das Sete Cidades, un precioso paisaje natural compuesto por dos lagos enclavados en la postal volcánica insular. Gracias a la humedad que supura se genera un excelente medio para la proliferación de una extravagante y abundante vegetación, y un hábitat idóneo para la fauna autóctona. Según cuenta la leyenda, esta Maravilla Natural perteneciente al guión de Áreas Acuáticas No Marinas, fue creada por una princesa y un joven pastor que vivieron un romance mal visto y que terminó con una indeseada separación. El llanto de los enamorados dio forma y color a estos inmensos lagos; de ahí que uno se conozca como el Lago Azul y otro como Lago Verde, por el color de los ojos de uno y otro.
3. Paisaje volcánico de la Isla de Pico. Que custodie el punto más alto del país no fue su único mérito para alzarse como la tercera Maravilla Natural del País dentro de la categoría de Grandes Relevos. La Isla de Pico, que recibe su nombre por la montaña homónima y que muchas veces nombran por Isla Montaña, es uno de los vértices de las llamadas ‘Islas del Triángulo’ y una de las más bellas del archipiélago. Los amplios campos de lava que marcan su paisaje y a los que la población local denomina lajidos o terras de biscoito forman el paisaje del cultivo de la viña, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 2004 y protagonizado por el inmenso cono volcánico de la montaña Pico. Su cráter principal acoge un cono de lava, el Piquinho, y uno de los mayores tubos de lava visitables del mundo, la Gruta das Torres, con cinco kilómetros de longitud embellecidos por diversos tipos de estalactitas y estalagmitas lávicas y paredes estriadas.
4. Bosque de laurisilva, en Madeira. Es Reserval Integral y Patrimonio Natural de la Humanidad además de la cuarta Maravilla Natural. Dentro de la categoría de Bosques y Matorrales se consideró este ecosistema, uno de los más importantes y característicos del archipiélago de Madeira. Un bosque húmedo subtropical que ocupa unas 15.000 hectáreas y que se formó hace 20 millones de años, en los períodos Miocénico y Pliocénico de la Época Terciaria, cuando esta especie ocupaba toda la cuenca del actual Mediterráneo. Tras la desaparición del antiguo Mar de Tetis, los bosques de laurisilva únicamente sobrevivieron en las regiones insulares, como el archipiélago de Madeira, donde ocupa el 20% de la isla, principalmente al norte y a altitudes que van desde los 300 a los 1.400 metros.
5. Grutas de Mira de Aire, en Porto de Mós. No son pocos los que las definen como “auténticas catedrales subterráneas”, especialmente la Gruta dos Moinhos Velhos. La quinta Maravilla Natural de Portugal (y una de las más espectaculares) se localiza muy cerca de Fátima, en la freguesia de Mira de Aire, perteneciente al concelho de Porto de Mós, y se encuadra dentro del apartado de Cuevas y Cavernas. Constituye uno de los más importantes sistemas subterráneos del Macizo Calcário Estremenho y el sistema más grande de grutas visitantes del país. Una fantasía subterránea de estalactitas y estalagmitas, columnas, lagos y diferentes formaciones que invitan a viajar al centro de la Tierra. Fueron descubiertas en 1947 y se encuentran unidas por una serie de túneles artificiales que totalizan una longitud de más de cuatro kilómetros, de los que se pueden visitar unos 600 metros a través de un descenso de 683 escalones. Las cavidades más interesantes son el Gran Salón y la Sala Roja, cuyo tono rojizo de sus paredes se debe al óxido de hierro. Al final de la galería se encuentra el Gran Lago, que recoge las aguas del Río Negro.
6. Ria Formosa, en el Algarve. Sin duda alguna, es uno de los lugares más sorprendentes del Algarve. La laguna de Ria Formosa, la sexta Maravilla Natural de Portugal perteneciente a la carpeta de Humedales Marinos, es un sistema de islas de barrera que comunica con el mar a través de cinco ensenadas naturales y móviles, lo que hace que el paisaje cambie constantemente debido al continuo movimiento de vientos, corrientes y mareas. Clasificado como Parque Natural desde 1987, abarca unas 18.000 hectáreas entre las que se encuentran las penínsulas de Antão - conocida como Isla de Faro - y la de Cacela, y las islas de Barreta o Deserta, Culatra, Armona, Tavira y Cabanas. En este área protegida, ademáss de las islas barrera, se puede presenciar muchos hábitats diferentes, como las marismas, las dunas o las salinas, además de una rica variedad ornitológica.
7. Parque Nacional de Peneda-Gerês, en la región Norte de Portugal. Es el único Parque Nacional de Portugal, y la séptima Maravilla Natural, relativa al área de Zonas Protegidas. Penada Gerês esconde restos arqueológicos, impresionantes embalses, senderos y una fauna y flora espectaculares a lo largo de sus 71.000 hectáreas. Una de las peculiaridades más interesantes de esta reserva natural es su orografía enrevesada, localizada en la Raya de la región Norte: este enclave ha llevado al aislamiento secular de la zona y, con éste, la preservación de la idiosincrasia de esta área tan rural, donde siguen viviendo como antaño en pequeñas aldeas.