Por Esmeralda Torres
10 March 2020
1. Sandcity: arena hecha arte en el Algarve. Quien aún recuerde los castillos en la arena que construía cada verano cuando viajaba a la playa con su familia, debe llegar hasta el Algarve. El pasado día seis se inauguró una nueva entrega de Sandcity, la exposición de esculturas erigidas en arena. En un área de seis hectáreas, diferentes escultores llegados de distintos países trabajan 50.000 toneladas de este mineral para crear auténticas obras de arte.
Y si durante el día se pueden apreciar las esculturas con todos sus detalles, por la noche una programación variada de música en directo, teatro, danza y artes circenses aporta otro encanto a este espacio. El pleno al 15 pasaría por aprovechar las buenas temperaturas y disfrutar de sus playas, que, como el eslogan de Visit Algarve dice, son el secreto más famoso de Europa.
2. El cerezo en flor: el despertar del Valle del Jerte. El Valle del Jerte es uno de los rincones de mayor interés, especialmente cuando llega la primavera. Y es que las flores de su millón de árboles tiñen de blanco las laderas del valle, invitando a descubrir un increíble espectáculo que, además, anuncia que dentro de pocas semanas llegarán sus cerezas y picotas, internacionalmente conocidas. Este año, el máximo apogeo lucirá durante los últimos diez días de marzo, aunque será hasta el 10 de abril cuando se desarrollen las actividades relacionadas con el deporte, la etnografía, el turismo activo o el patrimonio que completan el cartel de la fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional.
El mejor paisaje para contemplar los cerezos en flor es el que conduce hasta Los Pilones, la marca de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos y el segundo paraje más visitado de Extremadura. Se trata de una joya arqueológica considerada como una de las zonas de baño naturales más bellas y relajantes del mundo.
3. Madeira Film Festival: cultura, concienciación y turismo. No hay mejor escenario para celebrar un festival de cine que lucha por la preservación ecológica que Madeira. El corazón del archipiélago de la Macronesia ha conseguido atesorar paisajes de muchas partes del mundo, como el apreciado, tupido y nublado bosque de laurisilva, declarado “reliquia viva” y Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Si viajar a esta isla portuguesa es un placer para los sentidos durante cualquier época del año, hacerlo en marzo es un verdadero éxtasis sensorial. Del 27 de marzo al 1 de abril se celebra el Madeira Film Festival, una cita cinematográfica que reviste un carácter exclusivo, innovador e internacional, garantizado por su fuerte vinculación al Reino Unido y al mercado americano, con colaboraciones con algunos festivales de cine de renombre.
4. Festival de la Tapa: gastronomía tradicional en Zafra. Cuando un viajero llega a Zafra y pide recomendación gastronómica, la respuesta pasará por la caldereta de cordero y cerdo, el rabo de toro y la chanfaina, además de los tradicionales dulces del Convento de Santa Clara. Pero si un viajero quiere saborear de verdad Zafra, deberá de asistir este mes de marzo, cuando el Festival de la Tapa celebre su decimoquinta edición. Será del 6 al 15 de marzo y podrá encontrar hasta 37 sugerencias en 14 establecimientos diferentes.
Además, como cada primavera, la localidad conocida como 'Sevilla, la chica' lucirá especialmente bella durante estos días. No deje pasar la oportunidad de descubrir una villa cuya historia comienza en tiempos romanos por su cercanía al asentamiento de Segeda, que continúa cuando los árabes la bautizaron como Çafra y que consigue su máximo esplendor en la época medieval y por capricho de los Duques de Feria.
5. La primavera en La Siberia: espectacular paisaje en la Reserva de la Biosfera. La primavera es la mejor época para descubrir la comarca de La Siberia, y no solo por la suavidad de sus temperaturas. La estación de las flores regala un espectacular paisaje de esta Reserva de la Biosfera. La variedad de sus paisajes deja asombrado con una estampa que alterna verdes sierras accidentadas y grandes embalses en los que el azul se identifica con los primeros rayos de sol.
Los frondosos bosques de encina, alcornoque y pino, y las extensas dehesas y áreas de cultivo son otras de las estampas protagonistas de la primavera en La Siberia, donde tampoco falta la abundancia de jara, tomillo y flores silvestres.
