Inicio / Cultura / La despedida de un amor (cinematográfico) de verano
Por Esmeralda Torres
22 August 2018
La temporada estival tiene los días contados, y con él sus amores de verano. Con la marcha de agosto, las relaciones más pasionales llegan a su fin; incluidas las cinematográficas. Como la que aviva el Festival Internacional de Cine de Marvão y Valencia de Alcántara, que ayer despidió su sexta edición durante una emotiva ceremonia en el Museo Vostell Malpartida. La huerta del museo se convirtió en un original y diáfano patio de butacas, donde el público río, se emocionó y -lo más importante- reflexionó acerca del compromiso social de la gran pantalla.
El reloj marcaba unos minutos más de las 21:30 horas cuando el público tomaba asiento. Algunos rezagados aún fotografiaban la escultura que preside La huerta del museo tras recorrer la llamativa obra de Vostell, mientras que otros pedían añadir más butacas a la particular sala de cine. El mismísimo Vostell se quedaba pequeño. Parecía que ni una tormenta de verano quería perdérselo cuando los asistentes dedicaron una ovación a todos aquellos patrocinadores que, año tras año, hacen posible que Periferias acerque la Cultura a la Raya hispano-lusa. Y así comenzó la ceremonia.
La primera en tomar la palabra fue la directora del Festival, Paula Duque. Mente inquieta y comprometida, no había mejor testimonio para explicar los inicios de esta cita transfronteriza, de cómo germinó en Marvão y creció en Valencia de Alcántara. Y cuánto importante es que a poblaciones rurales llegue el cine de autor, el más comprometido. El mismo que invita a reflexionar y obliga a marcharte a casa con el corazón encogido. Analizó por qué es tan importante que aldeas tan pequeñas como Porto da Espada, lejanamente carentes de grandes infraestructuras y hábitos de consumo cultural, puedan disfrutar del cine en su territorio. Y no olvidó destacar el vínculo que guarda cada escenario con la temática de sus proyecciones, ese gusto tan exquisito con el que Periferias programa.
Las palabras de Tréfaut
Durante la ceremonia se citó a los escenarios más consolidados, como La Fontañera, sinónimo de esencia entre la familia periférica. También los nuevos pero ya imprescindibles, como Cedillo y su Machiera, y el nexo de unión entre ambos países que supone el Parque Natural Tajo Internacional. Precisamente su institución más representativa, la marca Taejo Internacional de la Diputación de Cáceres, fue quien patrocinó uno de los momentos esperados de la noche: la entrega del Premio del Público Periferias 2018.
El festival recordó cuánto de importante (y protagonista) es su público. Tanto, que recae en él el fallo del reconocimiento a la mejor película proyectada durante la Sección Oficial. Y esta edición recayó en Raiva, el último trabajo de Sérgio Tréfaut, uno de los cineastas más punteros del cine luso contemporáneo. Él no pudo asistir, pero no desaprovechó la oportunidad de enviar un mensaje de agradecimiento al público de Periferias.
Y como no podía ser de otra manera, el colofón incluyó una proyección. Lunas de Nueva York, un documental de Juan José Ponce sobre el viaje que Federico García Lorca realizó al corazón americano y a La Habana en 1929, y que consiguió transmitir la excelencia de la obra y el ansia de libertad del poeta granadino. Un broche de oro para una edición de oro que deja con ganas de más, con ganas de descontar días para la próxima edición. Hasta el año que viene, Periferias.