Por Esmeralda Torres
17 January 2018
Resulta curioso que una antigua aduana pueda convertirse en una sala de cine. Pero aún más que, en las afueras de una villa fronteriza, un hito deje la pantalla de proyección en un país y el conjunto de butacas en otro. También, que la mejor música clásica del mundo suene en directo en una localidad de poco más de 100 habitantes, en mitad de la raya. Es la magia de los festivales internacionales de música y cine de Marv?o y Valencia de Alcántara, dos citas ineludibles del verano rayano que acercan la cultura del mundo a la zona transfronteriza más rural.
“Aunque son totalmente diferentes, son dos culturas que siempre se han dado la mano. Y hay un cariño y un respeto mutuo”, asegura Paula Duque. Es la directora de Periferias, el Festival Internacional de Cine de Marv?o y Valencia de Alcántara. Llegó aquí después de sumar muchas horas de trabajo en el Festival de Cine Africano de Tarifa, y lo hizo por un motivo de peso, “porque aquí hay personas que nunca han ido a un cine, que no saben qué es una sala”. De ahí que su objetivo fuese claro y conciso, que no dudase en querer acercar el séptimo arte a la población más rural. Y hacerlo de una forma especial. “No es un cine solo para entretener y pasar un buen rato. Es un cine para reflexionar y crear una conciencia crítica”, puntualiza la directora.
Periferias presenta cerca de 200 proyecciones de 30 países diferentes entre Marv?o y Valencia de Alcántara. Hasta el momento, lo hacía en torno a una temática concreta; la figura de la mujer o África fueron algunas de ellas. Una característica que cambiará en su sexta edición, que se celebrará del 10 al 19 de agosto de este año. “Nos centraremos en Derechos Humanos, ambiente y arte. Es donde mejor encajamos, sobre todo con el tema medioambiental por donde estamos”, explica Duque. Lo que no cambiará es el encanto de sus escenarios que, “por pura necesidad, porque no tenemos salas de cine”, convierten una estación de tren o un lagar de aceite en una sala de proyección, haciendo de ello uno de los puntos más relevantes y de mayor personalidad de este festival.
Bajo una batuta alemana
La iglesia de Rocamador es uno de los mayores atractivos turísticos y culturales de la raya. No solo porque en 1497 acogiese el enlace regio entre la primogénita de los Reyes Católicos y Manuel ‘El Afortunado’, rey de Portugal, sino porque es uno de los escenarios del Festival Internacional de Música de Marv?o y Valencia de Alcántara. “Tenemos todas las condiciones para mostrar aquí lo mejor que hacen en Europa”, asevera el ex dirigente de la asociación Marv?o Music, Jorge Rosado. Habla de la calidad del cartel que, año tras año, presenta este festival. “Los escenarios y los artistas son los mejores”, añade, y una muestra es que por la Villa Romana de Ammaia, el Castillo de Marv?o o la Sinagoga de Valencia de Alcántara hayan pasado nombres tan relevantes como el de la Orquesta de Extremadura, Pablo Barragán o la Orquesta Gürzenich de Colonia.
“Surgió de la pasión del maestro Christoph Poppen por Marv?o y Valencia de Alcántara”, cuenta el ex dirigente. Ni él puso en duda la posibilidad de hacer un festival a caballo entre dos pueblos rayanos “por esa relación de proximidad, de cooperación y de valores que existe entre las dos localidades. Creemos que ambos estamos relacionados”. Y prueba de ello es su éxito, fruto de la calidad.
Este verano celebrará su quinta edición del 20 al 29 de julio, dando a demostrar que no hay motivos, ni prejuicios, para que un festival cruce una frontera. Porque, como dice Rosado, “son dos culturas pero un solo objetivo: crear una experiencia única para las personas”.
