José García Seco: "Nuestro destino es un producto muy exclusivo para gente con mucha sensibilidad"

Se desenvuelve con seguridad y decisión. Conoce bien los pasillos del Instituto Ferial de Madrid, especialmente cuando se convierte en la casa de la Feria Internacional de Turismo más importante de España. Son muchos años aprovechando este escaparate para cerrar reuniones e intercambiar tarjetas. También mensajes, en su mayoría abogando por llevar hasta la Raya un turismo sensible y de calidad. José García Seco, el propietario del hotel rural Casa Escobar Jerez, se desentiende del tumulto de conocidos y recibe a Rayanos Magazine para analizar cómo es el turista que llega, y el que le conviene, a la comarca de Valencia de Alcántara.

– José García Seco, empresario turístico. ¿Por qué apostar por el turismo en la Raya?

 – Yo antes de ser empresario he sido turista. Es muy importante conocer las sensibilidades de la gente que busca un turismo de calidad y por qué ciertas personas con ciertas sensibilidades, o con ciertas culturas, se destinan a un sitio y no a otros. Saber qué buscan y qué no, cómo lo buscan y cuándo lo buscan. Yo tenía muchos conceptos claros antes de emprender en el sector del turismo; no solo porque llevo muchos años viviendo en Madrid, sino también por mi entorno, mis amigos y mi familia madrileña que me fueron transmitiendo a dónde querían ir y por qué querían ir a un sitio y no a otro. Qué era lo que realmente buscaban. Y descubrí un perfil con un nivel de renta alto y un nivel cultural medio-alto, gente titulada y con una estabilidad económica, que buscaba cierto tipo de turismo. Siempre he pensado que nuestra zona era una zona especial porque te permitía salir del turismo de masas y porque ofrecía muchos atractivos desde el punto de vista de la naturaleza. Zonas desconocidas con mucho patrimonio histórico, una gastronomía interesante. El encanto de España y Portugal. Además era un lugar diferente y singular que podía aportar una experiencia realmente interesante. Y el tiempo me demostró que tenía razón: cuando abrimos Casa Escobar-Jerez en 2006, un hotel con encanto, llegamos a posicionarnos entre los mejores hoteles del país en la guía Rusticae, la más importante de España. Llegamos a la necesidad de tener que reservar con varios meses de antelación porque todos los fines de semana estábamos llenos. 

 – ¿Qué tipo de turista se ha alojado en su hotel para conocer esta zona transfronteriza?

 – Hemos tenido de todo, desde miembros de las casas reales de España y Portugal y grandes empresarios hasta gente de clase media-alta de cualquier lugar de España. Hemos tenido mucho turista nacional, procedente de Cataluña, País Vasco, Madrid, Mallorca, Valencia o Andalucía, entre otros. También turismo internacional, desde Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania u Holanda, aunque de manera insignificante: no ha significado absolutamente nada en la facturación. Tampoco el turismo ornitológico. Es absurdo el esfuerzo que hace la Administración pública por traer el turismo ornitológico u otro tipo de turismo que no viene, o que viene muy poco y que no representa nada en nuestro volumen de facturación.

 – ¿Entonces cree que hay que cambiar la estrategia para llevar el turismo hasta la frontera?

 – Sí. Pienso que ha habido un desastre de política comercial, que se están gastando muchos recursos en mantener la Administración y pocos en marketing y formación. Es decir, la gente que trabaja en las oficinas de turismo no sabe hablar inglés y no vamos a los sitios a los que hay que ir a ofrecer lo que ellos quieren. No llegamos al turismo internacional y nos metemos en este océano [FITUR] a gastar nuestros recursos, donde nuestra gotita de agua pasa totalmente desapercibida porque no somos nada. España es tan grande desde el punto de vista turístico y la oferta cultural y de naturaleza es tan enorme, que nosotros tenemos una gotita más. Cada uno lucha por lo suyo, y nosotros llevamos mucho tiempo llevando a mucha gente a Marvão y Castelo de Vide, derivando en que la siguiente vez no vengan a Valencia de Alcántara; vayan a Marvão y Castelo de Vide. Somos vecinos pero cada uno va a lo suyo y Extremadura en este océano hace un esfuerzo enorme que no vale para nada, absolutamente para nada, solamente para contactar, para coger información, para estar aquí y para que transmitamos nuestras sensibilidades, como un centro de reuniones muy interesantes. Pero desde el punto de vista del marketing es un desastre. Es mucho mas importante ir a una feria que no sea del sector, una feria de ocio en Berlín, en Londres o en Amsterdam para atraer al turismo internacional, y ofrecer oficinas de turismo conectadas todas en red, sabiendo inglés, con un centro de reservas potentes y sabiendo posicionarnos en las redes sociales como un equipo de trabajo en Extremadura. 

 – Si paramos a algún turista que ahora mismo pasea por FITUR buscando nuevos destinos, ¿qué le tenemos que contar para convencerle de que vaya a la Raya?

 – Lo primero que tenemos que saber quien es la persona, no puedes sembrar en un terreno inerte. Es importante tener emisor y receptor con los mensajes de marketing; no vale solo con decirle a cualquiera que vaya. A mí tampoco me interesa que vaya cualquiera, me interesa que vaya gente a crear puestos de trabajo y no crear contaminación. Hay muchos tipos de turista. Está el turista con un nivel de renta medio, gente que quiere y aprecia la gastronomía, que se gasta dinero en souvenirs y en estar en un sitio cómodo, que paga el servicio y que valora el entorno. Y hay otros muchos turistas que lo que hacen son ruido, ensuciar y contaminar, y nuestro producto no es para eso. Nuestro producto es muy exclusivo.

 – ¿Cómo es nuestro producto?

 – Nuestro destino es un producto muy exclusivo para gente con mucha sensibilidad. Necesitamos llegar a perfiles de mucho nivel cultural, gente que ha viajado y que sabe valorar la naturaleza, el patrimonio histórico, un atardecer y una noche de estrellas. Hay que ir a un perfil de publico que realmente nos interese que venga. Nosotros no somos Benidorm, ni Torremolinos, ni Mallorca; somos lo que somos.

 – Un producto que tiene uno de los conjuntos de dólmenes más importante de Europa.

 – Pero a ese conjunto de dólmenes, hasta hace poco, les quitaban las tablas para hacer puentes sobre los regatos. Vamos a ver, los dólmenes los valora una persona que tenga esa sensibilidad para saber que es patrimonio histórico con cuatro o cinco mil años, del Neolítico y que son tumbas funerarias. Pero a una persona que ni le va ni le viene eso, que lo que quiere es sol, playa, descansar, comer y emborracharse, pues no le vale. Y es que resulta que el 90% de la sociedad lo que quiere es lo que te he dicho, no lo anterior. Solamente hay un perfil de público determinado al que nosotros tenemos que acudir, no a un público de masas porque esto no lo valoran. Yo no creo que nadie es más que nadie, solo que nosotros tenemos que saber elegir. Para mí es tan importante una persona que tenga poca formación como la que tiene mucha, me da exactamente igual como persona, pero desde el punto de vista de cliente, tengo que ponerle a cada caballo su monta: buscar el producto para el cliente, y buscar el cliente para el producto. En marketing es muy importante sembrar donde realmente tu vas a tener un retorno. Si tu siembras y tienes un presupuesto que no tiene retorno, pues no puedes seguir sembrando ahí, tienes que cambiar el territorio.

 – ¿Por eso sus tiendas en Madrid llevan el logo de Valencia de Alcántara?

 – Sí, porque intento que Valencia de Alcántara se conozca y la llevo hasta Sol, Nuevos Ministerios y el Barrio de Salamanca. Nadie sabe que existimos.

 – ¿Y qué consigue a cambio?

 – Satisfacción personal. Lo hago porque soy de allí, porque no se ha hecho nada hasta ahora y porque nuestro pueblo en concreto, y Extremadura en general, tienen muchísimo que ofrecer. Es una auténtica joya, y como es una joya, no tengo ninguna vergüenza de llevarlo a los mejores sitios.

Un libro: “Hernán Cortés, el inventor de México”, de Juan Miralles. 

Una canción: Alguna de Sabina, Pink Floid o Queen.

Un color: Me gusta mucho el verde cálido.

Un paisaje: El de nuestra tierra: los castaños, viñedos, pinares y dehesas.

Un sabor: No sé decidirme entre el del atún rojo y el cerdo ibérico de bellota.

Un viaje: El último, a Perú.