Inicio / Turismo / Un refrescante oasis contra el calor rayano
Por Esmeralda Torres
23 July 2018
João, Maria, Helena y Mario son un grupo de amigos que no han encontrado mejor plan para una tarde de julio que pasarla en los entornos de La Codosera. “Viemos para nos dar um mergulho (venimos para darnos un chapuzón)” – apunta este último- “mas também aproveitamos para jogar vôlei ou apenas conversar (pero también aprovechamos para jugar a voleibol o simplemente charlar)”. Proceden de Esperança y son uno de los 200 bañistas que registra cada día una de las piscinas naturales más codiciadas de la Raya.
Cuando suben las temperaturas, sumergirse en aguas limpias y saludables es una de las opciones de ocio más buscadas. Y la mejor manera, indudablemente, es hacerlo en aquellos lugares que, de forma (casi) espontánea, crea la naturaleza. Véase el Complejo de Piscinas Naturales del Río Gévora, un paraje natural de gran belleza acondicionado como zona de baño a tan solo 58 kilómetros del casco urbano de Badajoz.
“Las piscinas están siempre abiertas, tanto en invierno como en verano. En verano las arreglan y adecuan para recibir a los bañistas”, explica Guadalupe Piris, la persona que recibe a cada turista que llega hasta allí. Ella es la encargada de que efectúen el pago de 1,50 euros por persona y por cada vehículo que acceda a las inmediaciones. “El año pasado se llegó a registrar en un día alrededor de 400 coches, sin contar cuántos vienen en cada uno”, apunta como hito. “Este año ha venido menos gente por culpa de que no hace calor, aunque se espera que en lo que queda de verano remonte un poco”.
Y es que, para sumergirse en las cristalinas aguas del río Gévora hace falta ser un poco valiente. “Como siempre está corriendo agua, está fría”, señala recordando también los escasos ocho kilómetros que separan las piscinas del manantial, en pleno corazón del Parque Natural de São Mamede.
Para todos los públicos
Uno de los aspectos que más llaman la atención de este complejo natural es el sistema de escalada del agua. La mano humana aprovechó el curso natural del río para dividirlo en tres espacios de diferentes profundidades. La primera, con alrededor de 50 centímetros de altitud, es la más frecuentada por los más pequeños, mientras que la segunda, de algo más de un metro es la zona intermedia. La última, que despide al Gévora para convertirse en frontera natural entre España y Portugal hasta su llegada a Badajoz, es la de mayor fondo.
En cuanto a su público, Guadalupe asegura que hay de todas las edades y procedencias. “De aquí, del pueblo, viene mucha gente porque entra gratis”, explica. “También de Portugal, especialmente de Rabaça, São Julião, Arronches y Portalegre”, continúa, y cita como ejemplo cuando “hace unos días” la piscina se llenó de vecinos lusos. “Debería de ser fiesta allí, supongo”.
El hecho de que La Codosera reciba a tantísimo turista también tiene que ver con el buen acondicionamiento de la zona, rebosante de arboleda y sombra, y a disposición de merenderos, al lado de los que abundan las tumbonas, sillas de playa y neveras. También por su restaurante, un amplio edificio repleto de veladores y con una buena carta. “La gente viene hasta a cenar aunque ya no se bañen e, incluso, a pedir comida para llevar”, asegura la joven. Y así, como si fueran pocos, suma un motivo más para convertirse en uno de los planes más apetecible para sofocar el calor rayano.