Inicio / Turismo / Amigos, turismo y gastronomía: un apetitoso plato combinado
Por Esmeralda Torres
11 December 2018
Hay dos tipos de turismo, el que apuesta por los lugares y restaurantes claves y masificados, y el que fomenta la Sociedad Gastronómica de la Raya. “Nos encanta traernos de los pueblos las conversaciones de su gente, impregnarnos de su día a día y disfrutar de sus pucheros”. Y con este guiso de un grupo de amigos se cocinó el ente que hoy recorre la frontera hispano-lusa para descubrir y degustar sus más valiosas tradiciones.
“No buscamos la foto típica ni el restaurante más demandado por los turistas. Nos gusta traernos otros matices de los pueblos”, continúa José Antonio Torres. Él es uno de los diez fundadores de la Sociedad Gastronómica de la Raya, el grupo de colegas que hasta la creación de esta institución recorría pueblos sin detenerse en sus raíces. Sin paz ni gloria, alejados de la filosofía slow. “Comenzamos programando escapadas a pueblos que generalmente habíamos conocido con anterioridad pero que no conocíamos en profundidad”. Así, luchando contra eso de que lo más cercano es lo más desconocido, organizaron una primera expedición alrededor de un proyecto que aunaba historia, gastronomía y arquitectura junto a la vida real del pueblo. O lo que es lo mismo, recorrer sus monumentos e historia de la mano de quienes visten la mesa en la que se sientan a diario. “El objetivo, que ante la mínima pregunta o reflexión al vecino que te encuentres en el típico bar de pueblo, consiguiéramos la más prolija, certera e interesante exposición sobre el tema en cuestión”.
Torres explica que “el punto clave” de cada viaje es la selección del restaurante donde degustar la gastronomía tradicional. “Allí prolongamos nuestras tertulias, compartimos impresiones sobre la jornada de mañana y partiendo de los platos típicos, comenzamos a tirar del hilo de la historia real y doméstica del lugar”, anota. “¡Ah! Y acabar siempre hablando con el que se toma el pitarra a mediodía”. Es el claro ejemplo del gusanillo por conocer la Extremadura más profunda y el Alentejo más real a través de un método de investigación casero y familiar.
Valencia de Alcántara, punto de partida
La primera actividad que organizó la Sociedad Gastronómica de la Raya fue en Valencia de Alcántara. Sus socios fundadores se desplazaron hasta el Restaurante El Clavo para firmar ante “un maestro de ceremonias excepcional como es Vitín, su gerente” sus primeros documentos. Registrando a unos amigos invitados se contaron 40 comensales, que saborearon el buche, plato tradicional de esta comarca rayana, y descubrieron la esencia de Galegos, Marvão y La Campiña.
Una matanza tradicional en la Sierra de San Pedro. Buches. Foto: Rayanos
Su reglamento interno no deja lugar a dudas. La Sociedad Gastronómica de la Raya plantea cuatro zonas para visitar durante el año, una por cada estación y con un fin de semana de duración. Cada viaje debe incluir una parte turística, otra cultural y una actividad gastronómica, que cobra especial interés por ir más allá de una mera degustación. “La idea es que sirva como base para conocer más del lugar y de las costumbres de sus vecinos”, insiste Torres recordando que no olvidan el carácter lúdico de la expedición. Para organizarlas, sus socios programan reuniones cada dos meses con el siguiente fin de semana como eje central del encuentro. “A cada actividad pueden asistir también personas invitadas por nosotros siempre que cubran los correspondientes gastos”, señala. De hecho, reconoce que cada vez son más las peticiones de conocidos por formar parte de la sociedad, quienes se podrán inscribir una vez que concluya el proceso de inscripción, registro y formalización de la sociedad.
El sabor de la mesa rayana
Cuando le preguntan a Torres que por qué limitar las expediciones a la Raya, no le tiembla la voz: “es una zona que no deja de sorprendernos”. A pesar de que no se dejaron influir por el origen de los socios fundadores, todos vinculados a la Raya por diferentes razones, delimitaron esta extensión por su riqueza patrimonial, natural y gastronómica. “Lo tuvimos claro, todos coincidimos en que queríamos conocer lo nuestro, Extremadura y su extensión alentejana o el Alentejo y su extensión extremeña, según se quiera ver”.
El joven asegura que hay muy poco documentado sobre la gastronomía rayana a pesar de que su diversidad y peculiaridades la tornen de las más atractivas. Piensa y cita como ejemplos que el ajilimójili de San Vicente de Alcántara no se toma en los pueblos del entorno, y que no es fácil encontrar caracoles fuera del término municipal de Alcántara. “Precisamente es la falta de información lo que hace de las mesas de la Raya el sitio ideal para explorar sus costumbres a través de la comida”.
La última salida, vinculada a la estación otoñal, tuvo lugar a finales de noviembre. El lugar elegido fue Alcántara y la excusa, poner en valor el recetario de esta localidad. Participaron 22 personas entre socios e invitados, que recorrieron los puentes romanos de Alcántara y Segura, la iglesia de Santa María de Almocóvar y el Centro de Interpretación del Tajo Internacional, y descubrieron los secretos de los puentes con las ponencias del cronista oficial del municipio, Martín Grados, y uno de los socios, José Manuel González. En la mesa, probaron los caracoles y la perdiz al más puro estilo alcantareño y el bacalao Monacal, “además de tomar a media tarde un café con mormentera para conocer su historia”.
Olivenza será el próximo destino de la Sociedad Gastronómica de la Raya. “Aún no podemos adelantar nada porque solo hemos fijado el lugar, estamos trabajando en las diferentes actividades”, lamenta Torres. De lo que no cabe duda es de que este grupo de amigos, a través de la historia y el patrimonio oliventinos, volverá a traerse el mejor sabor de la Raya.