Inicio / Turismo / Cinco miradores rayanos desde los que ver la primavera pasar
Por Esmeralda Torres
17 April 2019
Miradores, altozanos y lugares elevados y prominentes. Aquí van cinco balcones de la Raya desde los que perder la mirada en horizontes infinitos capaces de empequeñecer las mundanas vanidades.
1. La fortaleza de Marvão. Sorprendió al mismísimo Saramago, que en su Viaje a Portugal exclamó “¡Qué grande es el mundo!”. El Castillo de Marvão domina (en las alturas) el Alentejo más septentrional, poder que le permite regalar unas vistas excepcionales desde su blanca y empedrada villa amurallada. Las mejores están desde la atalaya de su fortaleza, a 800 metros de altitud y tras escalar sus tortuosas calles siglos a través. Es el castigo que cumplir para llegar a tocar el cielo portugués.
2. El abrigo de Puerto Roque. Es el paisaje favorito de muchos rayanos, una elección que en su mayoría argumentan con su localización. Y es que Puerto Roque es, ante todo, naturaleza. Abrazado por un bosque de pinos y castaños centenarios y a poco más de 700 metros de cruzar la frontera, es un entorno ideal para dedicar el tiempo a la contemplación de la belleza medioambiental del entorno mientras que escucha el canto de los pájaros y el murmullo de las fuentes dispersas por la sierra
3. El balcón de Juromenha. A pesar de los derribos del tiempo y la desidia, no hay más exquisitos atardeceres de Alqueva que los que regalan las ruinas de Juromenha. Testigo de dos mil años de historia defensiva, los vestigios de esta fortaleza vierte vistas al Gran Lago como si de un mar se tratase. Muy probablemente, las más curiosas y mejores de la comarca del Alentejo.
4. De Luna, en Alburquerque. La villa medieval con más autenticidad y encanto de la Raya se encuentra enclavada a 540 metros sobre el nivel del mar. No necesita más para regalar unas privilegiadas vistas de Los Baldíos, las mismas que históricamente le han definido como el eterno vigilante: por algo fue durante la Edad Media puerto seco y aduana de Castilla desde Portugal.
5. La escarpada a Monsanto. Es la aldea más portuguesa del país, y la que mejores vistas ofrece de Beira. El imponente Monsanto se eleva en medio de una pradera camaleónica, de color cambiante según la estación del año, alcanzando los 758 metros de altitud. Su punto más alto es su derruido castillo, desde donde se observan diminutas aldeas dispersas por la meseta.