Inicio / Turismo / La boda que casó a España con Portugal en Valencia de Alcántara
Por Esmeralda Torres
29 July 2019
Es propio de la Raya encontrar matrimonios transfronterizos. Un cónyuge de allí y otro de aquí, creando un reino particular al mismo tiempo compartido en hogares donde se imponen (y aprenden) al mismo tiempo las tradiciones de ambos países. Una tradición que lejos de remontarse a la apertura de la frontera, hace cuatro días, lleva su origen al siglo XV, cuando la Infanta Isabel contrajo matrimonio con Manuel I ‘El Afortunado’, rey de Portugal, haciendo pionera a la mismísima Corona y testigo a la villa de Valencia de Alcántara de una verdadera e histórica boda real.
Probablemente el interés se impusiese al amor. En un preludio caracterizado por la viudedad de la infanta y el estado de soltería y juventud del rey portugués, el aliciente por unir el reino de Castilla con Portugal disparaba el entusiasmo por una boda que, ante todo, tendía que celebrarse en un lugar de la Raya que dividía ambos territorios. Atestiguas las fuentes que, en un principio, se pensó en Ceclavín pero que la dificultosa comunicación de esta villa llevó a las comitivas reales hasta Valencia de Alcántara. El templo religioso que se erigiese donde hoy brilla la Iglesia de Rocamador fue el escenario elegido para festejar los desposorios, y la localización clave del Festival Transfronterizo de la Boda Regia. Y es que en su explanada es donde tiene lugar el momento clave, la recreación histórica del enlace nupcial. “Este año estrenamos una nueva obra”, adelanta Alberto Piris, alcalde de Valencia de Alcántara. Llevará - como en ediciones anteriores - el sello del director, actor y acróbata Javier Uriarte, y como novedad “se incorpora la zona del baluarte y la torres del castiño”. O, en otras palabras, glorificará la huella medieval que demuestra la importancia que tuvo la villa en los tiempos de Isabel y Fernando.
Los Reyes Católicos podían haber elegido cualquier otro punto de los más de 800 km por los que se ensancha la Raya. Pero eligieron Valencia de Alcántara. Y eso, sus vecinos, lo llevan grabado a fuego. De ahí que la pereza brille por su ausencia cuando toca remangarse y hacer viajar al municipio en el tiempo. Piris presume del medio millar de valencianos que se involucran en la organización (hito por el que la fiesta se alzó con el Premio San Pedro de Alcántara que concede la Diputación Provincial de Cáceres), y saca todo su orgullo para resaltar el amplio porcentaje de jóvenes que viven la fiesta, declarada de Interés Turístico Regional, desde dentro. “Además, ten en cuenta que el esfuerzo de este año es mayor porque se han tenido que aprender todo el texto de la nueva obra”.
El enlace nupcial, grosso del festival, tradicionalmente tiene lugar el domingo al caer la noche. En esta edición se celebrará el 4 de agosto, a partir de las 23:00 horas, y tras éste - “como buena boda” - habrá una quema de fuegos artificiales que celebren la unión de ambos pueblos. Será el broche de oro a diez días de fiesta que celebran el vínculo entre España y Portugal que hacen latir Valencia de Alcántara y Marvão, y es que una de las peculiaridades del Festival Transfronterizo es que, como la Boda Regia en el siglo XV, los dos municipios estrechan lazos a diario. Lo testifica Periferias, el Festival Internacional de Cine, o el de Música (FIMM), que aprovecha la ocasión para programar un concierto de la Orquesta Joven de Macao en la mismísima explanada de Rocamador. Y el inicio de las representaciones teatrales de la cita, que arrancan en el entorno natural de Portagem con la llegada del rey. “Está documentado que durmió la noche antes en Castelo de Vide. Nosotros, ciñéndonos a la historia, vamos a recibirlo hasta Portagem”, anota Piris. En el paraje protagonizado por el puente de origen romano sobre el río Sever, una comitiva real recibe al mismísimo Don Manuel I con músicas y danzas en honor de su última noche de soltero.
Ambientación histórica
Valencia de Alcántara hace su agosto durante los días que dura el Festival Transfronterizo de la Boda Regia. Sin duda alguna, como reafirma Piris, “significa una inyección económica muy importante” y es que se cuentan por miles los turistas que abarrotan su centro histórico. Para conquistarlos, los hosteleros del municipio conquistan a mesa puesta con sugerencias gastronómicas tan ocurrentes como La cama de Isabel y Fernando, El antojo de Isabé o Cesto Isabelino acompañado de pecado medieval. Son algunas de las 21 propuestas que participan en la X Ruta de la Tapa Isabelina, y que compiten por alzarse con la distinción a la Mejor Tapa. O a la Mejor Ambientación, y es que ningún rincón de su barrio gótico y alrededores se queda en el siglo XXI. “Ahí también se instaura el mercado artesano con una amplia muestra de productos elaborados a mano, y por ahí se esconden las recreaciones de la vida cotidiana del siglo XV “con todos esos oficios que merece tanto la pena conocer”.
Un parque temático infantil promete llevar la importancia de la historia a los más pequeños, que también podrán disfrutar de pasacalles y títeres. La música de Pelujancanu ayudará a embarcar a este viaje en el tiempo, y un Brindis con la Marquesa a pondrá la pizca dulce a la celebración. Una fiesta que promete seguir casando a España con Portugal.