Por Esmeralda Torres
22 December 2019
Se aproxima el fin de semana más navideño del año. A falta de dos días para Nochebuena, iglesias, museos y plazuelas se abren al viajero que quiere conocer los belenes más espectaculares. Y en la Raya no iba a ser menos. El cuidado de sus detalles, la peculiaridad de sus materiales o la sorpresa de sus dimensiones son algunas de las características que hacen de estos nacimientos los más atractivos del territorio transfronterizo.
1. Un viaje en el tiempo desde Montemolín. Se cumplen 18 años desde que un grupo de vecinos de Montemolín, una localidad pacense que apenas supera los mil habitantes, sacase adelante la idea de representar parajes del Nacimiento de Jesús tomando como escenario una casa señorial del siglo XVIII. Poco o nada tiene que ver aquella primera edición con la de 2019, que ofrecerá pases los días 22, 25 y 29 de diciembre y el 1 de enero, en horario de 18:30 a 21:00 horas. Y es que este belén viviente supera la veintena de escenas representativas de los diferentes trabajos artesanales y oficios de la época, entre las que no falta un río artificial, un molino de harina y una amplia variedad de animales y a las que da vida un centenar de vecinos. Durante la visita se podrán degustar migas extremeñas, queso fresco, castañas asadas y dulces típicos del pueblo.
2. El puerto de Alejandría en Bodonal de la Sierra. Cuarenta navidades cumple ya el belén artesanal de Bodonal de la Sierra, una verdadera obra de arte que se erige en los 350 metros cuadrados que ocupa la antigua sala de cine de este municipio pacense, enclavado en las estribaciones de la Sierra de Tentudía. Alrededor de 5.000 figuras conforman representan sus escenas más tradicionales, apoyadas en las nuevas tecnologías para reproducir el sonido del agua, el de los animales e incluso el llanto del Niño Jesús. Su principal novedad, la impresionante recreación del Puerto de Alejandría a partir de tres mil litros cúbicos de agua.
3. Las dimensiones del Belén de Santa Ángela de la Cruz, en Jerez de los Caballeros. Es el más grande del mundo en su género. El belén bíblico y monumental de Jerez de los Caballeros supone una visita obligada para los amantes de este arte. En una superficie de 450 metros cuadrados se pueden contemplar más de 10.000 piezas que integran los diferentes pasajes del alumbramiento de Cristo, entre las que se encuentra la Anunciación a María y la llegada a Egipto. Las recreaciones de figuras diminutas de aves, vasijas y productos no pasan inadvertidas a la vista del visitante, que deberá llegar hasta el antiguo Mercado de Abastos para conocerlo.
4. La artesanía de Estremoz. Esta obra artesanal del siglo XVII es Patrimonio de la Humanidad y una de las costumbres más arraigadas de la Navidad portuguesa. Los ‘bonecos’ de Estremoz es como se denominan a las imágenes de carácter religioso elaboradas en barro cocido policromado que conforman uno de los nacimientos más populares del país. Se trata de un arte, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2017, que se remonta al siglo XVII y que nació como un gesto de humildad de las mujeres de la aldea, que decidieron recurrir al abundante barro que hay en Estremoz para realizar figuras inspiradas en Nuestra Señora de la Conceicão y Santo António. Una decena de artesanos elaboran y comercializan estas figuras, convertidas en el mejor souvenir de la ciudad.
