Inicio / Turismo / Las seis fortalezas rayanas que debes conocer (y fotografiar)
Por Esmeralda Torres
13 June 2018
La Raya fue paso, habitación y campo de batalla de cuantas culturas llegaron hasta ella. Desde tiempos ancestrales se levantaron fortalezas de todo tipo y materiales para sofocar rebeliones y salvaguardar y defender territorios, tanto a un lado como a otro de la frontera. Aquí va una ruta, de norte a sur, de los que no puedes dejar de conocer y fotografiar.
1. Castillo de Trevejo. Elevado sobre un cerro rocoso que lo hace visible a muchos kilómetros de distancia, es el auténtico dueño y señor de la zona. La fortaleza original fue erigida por los musulmanes en el siglo XII para más tarde, en el XV, ser configurado como castillo. Los turbulentos avatares de la historia y su localización limítrofe provocó que esta construcción tuve una enorme importancia en los enfrentamientos con Portugal y Francia, siendo precisamente por ese valor estratégico por el que fue destruido en el siglo XVIII.
2. Castelo Branco. Existen estudios que relacionan algunos vestigios de esta fortaleza con la pre y protohistoria, aunque la teoría más aceptada es que el castillo de Castelo Branco fue erigido por los Templarios en el siglo XIII. En ese momento fue delimitado por un recinto de murallas y torres hasta que, un siglo después, el rey Alfonso IV construyó sus murallas. Los grabados del libro Fortress, de Duarte de Armas, considera que en el XVI, Castelo Branco era una ciudad fortificada.
3. Castelo de Marvão. Se cuenta que un caudillo moro, de nombre Marwan, fue quien mandó a crear el primer asentamiento defensivo en este privilegiado emplazamiento aéreo, allá por el año 770. Fue de dominio musulmán hasta que Alfonso Henriques lo conquistó al mando de sus tropas cristianas, en 1160, y remodelado un siglo más tarde para proteger la frontera. Las recias hechuras de este castillo lo convirtieron en uno de los emplazamientos defensivos más importantes al sur del Tajo, y desde donde se contemplaron lidias interminables: primero por la disputas entre las huestes musulmanas y cristianas a favor de la plaza, y, tras la conquista de los cruzados portugueses, contra las tropas castellanas de la Orden de Alcántara.
4. Castelo de Alter do Chão. Una de las peculiaridades de este castillo es que, a diferencia de lo habitual, se sitúa en el centro urbano y en mitad de una planicie. Sus orígenes más primitivos se remontan a la época pre-romana cuando este entorno debió alojar una primera fortificación que, siglos después, modelaron los árabes. Pero el actual castillo que se puede visitar hoy en día se remonta a 1249, cuando el rey Alfonso II ordenó el repoblamiento de la zona tras la liberación musulmana y cuando Pedro I llevó a cabo una nueva reconstrucción del mismo, allá por el 1375.
5. Castillo de Luna (Alburquerque). Esta fortaleza es una de las pocas declaradas Monumento Nacional (1924), y una de las más importantes de la frontera. Debe su nombre a Álvaro de Luna, Maestre de la Orden de Santiago y Contestable de Castilla que en 1445 lo reformó alzando su imponente Torre del Homenaje, de cinco pisos de altura. Pero ésta no fue la única remodelación que sufrió este castillo, que alcanza los 4.000 metros cuadrados y cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. El primer duque de Alburquerque, Beltrán de la Cueva, continuó la adecuación del castillo y de sus murallas exteriores.
6. Castillo de Olivenza. Si algo caracteriza a Olivenza, y sus tres recintos defensivos -castillo, murallas medievales y cinturón artillero a lo Vauban-, es la alternancia de etapas de dominio portugués con español. Erigido en el 1228 con mampostería con sillares en ángulos y vanos, en el siglo XVI sufrió su primera reforma por el crecimiento que experimentaba la población, ampliándose su perímetro. Su historia ha regalado una inscripción, colocada hoy en el Ayuntamiento, que surgió con el rey portugués Don Dionis y que hace referencia a la fecha en que fue construido y al nombre de quien lo mandó a edificar.