Por Esmeralda Torres
12 March 2020
Algunos cuentan milenios y culturas, otros las mejores historias defensivas. Este artículo levanta la vista para admirar los enclaves rayanos que necesita fotografiar para inundar su perfil de Instagram de likes.
1. La escarpada defensiva de Trevejo. Los poco más de 20 habitantes que viven en Villamiel, un pequeño municipio de la escarpada de Sierra de Gata, están acostumbrados a ver el tránsito de viajeros que, por su cuenta y riesgo, suben hasta el castillo de Trevejo. Víctima de las invasiones francesas y los expolios, se trata de una fortaleza en un avanzado estado de ruina y deterioro pero con un increíble magnetismo y una envidiable panorámica. Se trata de una construcción roquera cuyos orígenes se remontan a una antigua alcazaba musulmana del siglo XII. En el ascenso hasta ella, el viajero encontrará la iglesia de Juan Bautista, una humilde parroquia del siglo XVI que aprovechó una vetusta espadaña fortificada para erigir su campanario, y que aún conserva el escudo de armas del comendador que regentaba la fortaleza.
2. La arquitectura aplastada de Monsanto. Los más originales y jocosos pueden tener el título de la foto antes de hacerse con la captura: “se me cae el mundo encima”. Monsanto es una acogedora aldea medieval - la más portuguesa del país - que ha crecido entre penados, el nominativo luso que reciben las enormes rocas entre las que los vecinos han construido sus viviendas. El resultado es tan sorprendente como milagroso, y es que no resulta complicado ver un techo aplastado por un gran bloque de piedra o descubrir cómo un gigante granítico hace las veces de pared de un comedor.
3. El enigma de la Peña Buraca de Alcántara. Las descripciones la dibujan con trazos envueltos en misterio. Los más obvios comentan su apariencia pintoresca y su forma moldeada, y los más osados consiguen apreciar vinculaciones esotéricas y con antiguos rituales surgidos de la fantasía. Es el enigma de la Peña Buraca, también conocida como Canchal de los Ojos. Se trata de una construcción megalítica que muchos han identificado como un santuario prehistórico sin fundamentación científica al carecer de base arqueológica y excavaciones que confirmen esta posibilidad. De lo que nadie duda es de que estos restos arqueológicos se extienden por más de una hectárea en torno a la peña que da nombre al espacio, y que entre ellos se encuentran numerosas tumbas talladas en piedra, altares y otras estructuras megalíticas.
4. Una ventana al Alentejo desde Castelo de Vide. Las primeras poblaciones que se asentaron en lo que hoy se conoce como Castelo de Vide lo hicieron en el punto más alto del territorio, siendo pronto celosos de la frontera con el reino de Castilla. De ahí que en el siglo XIII, Don Dinis y su hermano Afonso mandaran a construir una fortaleza que protegiese su pueblo, y de la que aún se conserva una torre que alcanza los 12 metros de altura. Precisamente desde la misma, el viajero podrá contemplar vistas maravillosas sobre los tejados rojos de la ciudad, rodeados de colinas verde oliva. Y los más posturetas, hacerse un selfie difícil de superar.
5. La belleza natural del embarcadero de Cedillo. Cedillo es una pequeña localidad situada en la Extremadura más noroeste. Tiene poco más de 300 habitantes y dos fiestas señaladas en rojo en su calendario, el Domingo Gordo y La Enfariñá. Pero si algo habría que destacar de este municipio cacereño es su Balcón del Tajo, un embarcadero desde el que se puede subir al barco que recorre el río Tajo y descubrir un auténtico paraíso botánico. La flora del entorno se identifica con la diversidad del bosque mediterráneo que engloba varias especies de plantas y arbustos como los madroños, brezos y lentiscos. Un conjunto que en otras zonas es difícil de ver, y que cobra especial belleza cuando se aproxima la primavera. Ojo, no son ni uno ni dos los que coinciden que este paisaje poco tiene que envidiarle a los mismísimos fiordos noruegos.
6. El mayor baluarte del mundo está en Elvas. Precisamente fue la cercanía a la frontera y a España lo que provocó que se construyera una de las más interesantes estructuras defensivas del mundo en las que raramente se puedo abrir mecha (véase el capítulo de 1659, cuando solo 100 habitantes aguantaron el ataque de 15.000 soldados españoles). Y en este logro mucho tuvo que ver el Forte de Graça, considerado el mayor baluarte del mundo. Posee unas murallas en zigzag, además del más ingenioso sistema protector de su época con hasta tres líneas de defensa que hace que hasta al viajero se complique llegar hasta la Casa del Gobernador.
7. La Plaza Alta, cuna del flamenco en Badajoz. La Plaza Alta de Badajoz siempre fue el sarao más codiciado, tanto por lugareños como por allegados. Quizá, por esa relación que investigadores e historiadores establecen entre el flamenco y la influencia árabe; quizá, por la fusión del pueblo extremeño con el gitano, al que muchos autores atribuyen la grandeza de este arte. Y sin duda, por la belleza de su arquitectura, de carácter cuadrangular, llana y de amplia y diáfana espacialidad. Aquello que no pasa inadvertido a cualquier retrato es los ladrillos blancos y rojos de sus soportales y arcadas.
