Inicio / Agronatura / La berrea, un espectáculo salvaje para los sentidos
Por Esmeralda Torres
05 October 2020
En Extremadura, los ciervos macho pasean su amor y lo anuncian a los cuatro vientos. Una declaración sentimental que se convierte en un espectáculo digno de escuchar y contemplar. Y con un extra, sus escenarios. Y es que los parajes del Parque Nacional de Monfragüe, la Sierra de San Pedro y la Reserva Natural del Cíjara durante los primeros días de otoño añaden un atractivo más: es época de berrea.
Los más prematuros comienzan a finales de agosto, pero no es hasta finales de septiembre cuando la berrea alcanza su máximo esplendor. Ha llegado la ovulación de las ciervas, y las hormonas se revolucionan en las profundidades de la dehesa. “Los machos bramen para marcar su territorio y conseguir el mayor número de hembras para formar su harén”, explica Roberto Sánchez, técnico del medio natural, quien justifica estos enfrentamientos como una forma de evitar la transferencia de genes en su serrallo. “Los machos dominantes mantienen su nivel de excitación sexual a través de la propagación y réplica de los berridos, y durante este tiempo, no permitirán que ningún otro ciervo pueda fecundar a sus hembras”.
Sánchez sabe bien de lo que habla. Es una apasionado de la fauna salvaje. Y desde que tiene uso de razón ha recorrido Extremadura fotografiando estos enfrentamientos salvajes. Él mismo detalla cómo las ciervas se impresionan y excitan con esos bramidos, que se acentúan cuando los machos aprecian que otros ejemplares se aproximan. “Es ahí cuando vienen las peleas”, una de las exhibiciones más característicos de la región. “Y es ahí cuando pueden perder la cornamenta e incluso herirse”, continúa. El joven argumenta que estos animales identifican cuándo una pelea ha terminado y quién es el macho ganador, que debe retirarse. “Los años que hay mucha carga ganadera de hembras, el ganador no puede atender a todas y se le cuela algún bareto que las intenta copular”.
Es en este momento cuando comienza la gestación de la cierva roja. Arranca una cuenta atrás de 236 días que culminará en primavera, “cuando nazcan los nuevos cervatillos”.
Al amanecer y al atardecer
Sánchez explica que las mejores franjas horarias para disfrutar de la berrea son al amanecer y al atardecer, y que durante las horas de sol se relajan y se mantienen a la sombra. También, que los otoños más lluviosos son los más idóneos para contemplar este rito salvaje. “Cuanto más agua caiga en época de berrea más se escandalizan porque son conscientes de que van a tener más pasto”.
En cuanto a las localizaciones para disfrutar de la berrea, el chico señala tres en Extremadura. El Parque Nacional de Monfragüe y la Reserva Natural del Cíjara, con fincas públicas, y la Sierra de San Pedro, donde los ciervos campean por territorios privados. Aunque si tiene que quedarse con uno, sin duda, es con la naturaleza de Monfragüe. “En el Puente del Cardenal y cerca de la Fuente del Francés se pueden escuchar bastante bien, porque al estar el hueco del río retumban las voces entre sierra y sierra”, apunta. “Pero para observarlos son más recomendables los miradores hasta la Portilla del Tiétar”.
Eso sí, si le preguntan por la ronca del gamo se queda con el Cíjara. “La ronca del gamo es el bramido de los cérvidos más pequeños, los que tienen paletas en lugar de cuernos”. Y si lo hacen por el lugar menos multitudinario para disfrutar de la berrea, elige la Sierra de San Pedro, y concretamente el valle de la estación de Herreruela. “Allí retumba y es muy emocionante”.
“Este año es un buen año de berrea”, afirma el técnico. No se refiere a la climatología, ni a la intensidad. Alude a lo bien que le ha sentado a la carga ganadera los meses de confinamiento. “La falta de humanidad en el campo ha sido brutal para la reproducción de muchas especies”, denuncia. “La reproducción de ciervas tuvo lugar cuando estábamos totalmente confinados, y esto ha evitado cacerías furtivas y muertes por atropellos”, continúa. “Ha sido una suerte”.