Inicio / Cultura / La música que derriba fronteras
Por Esmeralda Torres
13 July 2018
Son las 15:15 horas -una más según las agujas de España- y el sol irrumpe con fuerza como cada mediados de julio. En Marvão están acostumbrados a que ni el mercurio quiera perderse una de las citas culturales más señaladas de su calendario estival, el Festival Internacional de Música de Marvão y Valencia de Alcántara. Una mágica muestra de música clásica en unos escenarios de ensueño.
Este Festival Internacional de Música comenzó su andadura en Marvão, cuando el maestro alemán Christoph Poppen se interesó por la zona. Y la ideó como un potente escenario al que invitar a artistas y orquestas de primer nivel y pretigio. Fue en el año 2005, y tan solo dos años después la Administración de un lado y otro de la Raya se interesó por cooperar y dotarle de un carácter transfronterizo y un toque aún más internacional. Tomaba así la colilla de Marvão y Valencia de Alcántara. “Valencia es más que un vecino. Son nuestros amigos”, destaca Daniel Boto, asistente personal de Poppens, al mismo tiempo que subraya que ambas localidades, por encima de su localización, se identifican con el mismo fin e intención: “unir los pueblos y la gente a través de la música”.
La batuta de Poppens junto a la de su esposa, Juliane Banse, son las encargadas de dirigir el Festival Internacional de Música de Marvão y Valencia de Alcántara. Distinguidos directores de música clásica, programan conciertos que difícilmente podrían repetirse sin esta cita, de la mano de músicos llegados desde los más lejanos rincones del planeta. Como de Corea del Sur o Norteamérica, por ejemplo. Como, en palabras de Boto, si de “una fiesta verdaderamente internacional” se tratase. Así, para la próxima y quinta edición, que se celebrará del 20 al 29 de julio, se espera la presencia de 300 artistas que impartirán cerca de 40 conciertos. “Una de las mayores novedades es la Orquesta Estatal de Atenas, de Grecia, que es la primera vez que ofrece un concierto en Portugal”, anota el asistente revelando que a dicha función asistirá el presidente de la República Portuguesa, Marcelo de Sousa.
Escenarios de ensueño
Boto anuncia que esperan la visita de unas 7.000 personas. Y que muchos de ellos vienen animados por la fusión de la música clásica y escenarios patrimoniales especiales y únicos. Una peculiaridad del Festival Internacional de Música de Marvão y Valencia de Alcántara que se da tanto en un lado como en otro de la Raya, y por la que año tras año apuestan incluyendo nuevas localizaciones. En el caso del municipio español, la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación es una de las apuestas de esta edición. El templo religioso acogerá una versión del Requiem de Mozart con la soprano Carolina Ullrich, la media soprano Roxana Constantinescu, el genero Martin Mitterrutzner, el bajo Andreas Mattersberger y la Orquesta de Cámara de Colonia dirigida por el maestro Poppens, el miércoles 25 de julio a las 21:30 horas.
“Estamos ilusionados con los nuevos escenarios”, afirma el alcalde de Valencia de Alcántara, Alberto Piris. Y es que la Encarnación no ha sido el único. La Plaza de la Constitución es otro que se suma a la lista, donde se ofrecerá un concierto de preludio este viernes, día 13, a partir de las 22:00 horas y de la mano del violín André Gaio Pereira y la Orquestra Filarmonía das Beiras dirigida por Poppens. Y, también, el Corral de las Vacas, arropado por el Baularte del Príncipe y acondicionado para la ocasión. “Se le ha puesto todo el suelo y se ha hecho una inversión para iluminar toda la muralla”, señala Piris. Su turno llegará el miércoles 18 de julio, a partir de las 22:00 horas, con el quinteto luso Kleus, formado por la flauta de Francisco Barbosa, el oboe de João Miguel Silva, el clarinete de Sérgio Fernandes Pires, el fagot de Tiago Martins y la trompa de Luís Duarte Moreira.
“Yo soy subjetivo porque para mí es algo más personal que profesional” -declara Boto- “pero lo que se hace aquí no se hace en otros lugares del mundo”. Resalta la belleza de los paisajes, y las “características que nos definen aquí”. Y es que, es cierto, pocas fronteras se derrumban ante un recital de melodía.