Inicio / Escapadas / Castelo de Vide, una villa congelada en el tiempo
Por Esmeralda Torres
07 June 2019
Castelo de Vide es uno de los pueblos más atractivos a la par que menos valorados de Portugal. A unos 15 km y sobre una bella (y verde) campiña se localiza este municipio rayano donde las ancianas aún hacen ganchillo en los umbrales de las puertas y los vecinos charlan por las ventanas. Coronado por un castillo medieval, su paisaje se caracteriza por un blanco caserío y un conjunto de empinadas, empedradas y floridas ruas que suben por su Barrio Gótico hasta la judiaria, una antigua judería que alcanzó su apogeo en el siglo XV, tras la expulsión de los judíos de España.
10:00 Una huella hebrea
Castelo de Vide alojó a una importante colonia judía que, desde principios del siglo XII ocupó el punto más alto de la colina, y que fue nutriéndose de continuas oleadas que se multiplicaron en el XV con la expulsión de los judíos en España. De este período destaca la Sinagoga, hoy convertida en un museo que alberga una fantástica colección de piezas sobre la historia de estas comunidades en el municipio. En el espacio se distinguen dos salas, una para hombres y otra para mujeres, un tabernáculo de madera y un arca sagrada donde se guardan los rollos de la Torá.
12:00 La mejor panorámica del Alentejo
Las primeras poblaciones que se asentaron en lo que hoy se conoce como Castelo de Vide lo hicieron en el punto más alto del territorio, siendo pronto celosos de la frontera con el reino de Castilla. De ahí que en el siglo XIII, Don Dinis y su hermano Afonso mandaran a construir una fortaleza que protegiese su pueblo, y de la que aún se conserva una torre que alcanza los 12 metros de altura. Precisamente desde la misma, el viajero podrá contemplar vistas maravillosas sobre los tejados rojos de la ciudad, rodeados de colinas verde oliva. Tome aliento antes de adentrarse en el Centro de Interpretação do Megalitismo, un museo enclavado en la fortaleza que explica los antecedentes, la historia y las características de los megalitos de la zona. También podrá ver algunas herramientas de piedra antiguas.
15:00 Deliciosas y abundantes raciones
Para tomar asiento en el mejor restaurante de cocina regional del municipio, el viajero deberá dirigirse hasta Dom Pedro V (Praça Dom Pedro). Además de tener unas de las mejores cocinas regionales elaboradas con materia prima y servicio de calidad, comerá hasta decir basta. Preparan copiosas raciones de ensopado do borrego y solomillo con mejillones y langostinos de tigre. Deje hueco para el postre, verdaderas delicias de los conventos de la zona.
16:30 Agua mineral, embajadora real
La Fonte da Vila es la auténtica reina de Castelo de Vide. En una bonita plaza debajo y al este de la judería se encuentra esta fuente de mármol del siglo XV, con una pequeña zona para lavarse. Ni la erosión del paso del tiempo ha conseguido que de ella deje de brotar la deliciosa agua mineral por la que el municipio rayano es conocido en todo el país. Llene su cantimplora, no se arrepentirá.
17:30 Viaje al pasado megalítico
El Neolítico debió de ser la era dorada de Castelo de Vide, y prueba de ello es la cantidad de megalitos que se localizan en su término municipal. Para conocerlos no existe alternativa a una ruta senderista que discurra entre el Anta dos Coureleiros y el Menhir da Meada por un paisaje de campiña digno de postal. El primero se encuentra a unos ocho kilómetros del norte de la ciudad y forma parte del Parque Megalítico del municipio. Desde ahí partirá un itinerario campo a través de unos ocho kilómetros que llevará al viajero hasta el segundo, el menhir más alto de la Península Ibérica con siete metros de altura, un gran falo que marcaba el territorio y conservaba la fertilidad de los campos. La puesta del sol le pillará en ruta (y no habrá mejor coincidencia).
21:30 Para dormir: una elección de lujo
A pesar de que haya merecido la pena, el viajero terminará agotado después de pasar todo el día recorriendo los secretos de Castelo de Vide. Diríjase hasta Casa Amarela (Praça Dom Pedro V, 11), un bello edificio del siglo XVIII rehabilitado como pensión. Posee escaleras de piedra, zonas comunes llenas de antigüedades, baños enormes repletos de mármol y habitaciones rebosantes de suntuosas telas.