En todos los municipios y poblaciones se producen acontecimientos históricos que debido a su importancia o particularidad van relatándose de generación en generación hasta llegar a nuestros días, normalmente en las localidades de mayor población y relevancia histórica estos acontecimientos suelen ser más importantes y variados, pero en cambio en municipios más pequeños o más alejados de los tradicionales centros de poder es más complicado que se produzcan hechos históricos que entren en los libros de historia, por ello la visita de un personaje histórico de relevancia suele ocupar un lugar destacado en la pequeña historia local de este tipo de poblaciones.
En Herreruela existe un pequeño dato histórico que siempre se destaca a la hora de hacer una referencia a la población, tanto en las páginas de información del municipio como en las reseñas que se hacen de la localidad: La Infanta Doña María de Portugal pernoctó en una casa de la actual calle de La Princesa (a quien debe su nombre), cuando se dirigía a desposarse con el entonces príncipe y luego rey Felipe II en el año 1543.
María Manuela, princesa de Portugal y Asturias. Museo del Prado
Lo curioso de este acontecimiento histórico ocurrido en Herreruela es que, si bien, se ha mantenido en el imaginario colectivo de la población durante 475 años, conservando incluso el nombre de una calle como Princesa hasta la actualidad, casi nadie en el pueblo sabe quien era esta princesa, ni se ha desarrollado ninguna leyenda o celebración de esta efeméride que haya llegado a nuestros días. Esto podría hacer dudar a los más desconfiados de que realmente esta princesa llegó a dormir en Herreruela o que incluso exista tal princesa, pero basta una simple búsqueda para despejar cualquiera de las dudas de los más recelosos.
Calle de la Princesa en Herreruela
En primer lugar ¿Quién era María de Portugal?
María Manuela de Portugal nació en Coímbra el 15 de octubre de 1527. La princesa de la casa de Avis era hija del rey portugués Juan III y su esposa, Catalina de Austria. Juan era hijo de Manuel I, llamado El Afortunado, y María, hija de los Reyes Católicos. Catalina por su parte, era la hija póstuma de Juana la Loca y Felipe el Hermoso y la hermana más pequeña del emperador Carlos V. Así, la que se convertiría en la primera esposa del futuro Felipe II, era su prima con un parentesco muy estrecho por varias ramas familiares. La boda se celebró en Salamanca el 13 de noviembre de 1543, este matrimonio apenas duró dos años, ya que la princesa murió en el año 1545, cuatro días después de dar a luz a su primer y único hijo, Carlos. Sus restos fueron depositados en Granada, y en el año 1574 fueron trasladados al Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial,
Existen varias descripciones de la princesa, así el embajador en Portugal, Sarmiento, le envió al príncipe la siguiente descripción: “Es tan alta o más que su madre, muy bien dispuesta, más gorda que flaca, y no de manera que no le esté muy bien. Cuando era muchacha era más gorda. En palacio, ninguna está mejor que ella (…) Según sus mujeres, es muy sana y muy concertada en venille su camisa, después que tuvo tiempo para ello, que dicen que es lo que más vale para tener hijos“.
¿Por qué se sabe que se alojó en Herreruela?
Las bodas reales en aquellas épocas eran un autentico acontecimiento histórico y social, servían como demostraciones de riquezas y poder y más si estas se celebraban entre dos reinos distintos. Pero según cuentas las crónicas esta celebración se contó entre “las más notables que se han hecho entre príncipes en España, por el lujo, ostentación y aparato que se empleó desde los primeros preparativos, y por el pomposo ceremonial con que se celebraron” como dice un historiador. En el mes de octubre una delegación de importantes caballeros castellanos recibió a la infanta María de Portugal en la raya divisoria en el puente del rio Caya. La boda debía celebrarse en Salamanca. El recorrido de Badajoz a Salamanca duró cerca de un mes debido a que se realizaron multitud de festejos, fiestas, torneos, simulacros de batallas… Estas celebraciones se realizaban tanto en las grandes como en las pequeñas localidades. Todo el recorrido fue recogido en un escrito titulado “Recibimiento que se hizo en Salamanca a la princesa doña María de Portugal, viniendo a casarse con el Príncipe Don Felipe II”, en dicho documento también relata el paso de la princesa por Herreruela, y da a entender que se alojó más de una noche.
El sábado siguiente, la princesa salió de Badajoz y fue Alburquerque esa noche bien tarde por ser la jornada larga estuvo allí el domingo siguiente, hiciéronle fiesta con sus folias y ciertos toros que le corrieron delante de su posada. Luego, el jueves partió de Alburquerque y vino a dormir a Herreruela donde tuvo harto estrecho el aposento tuvo por remedio un ito [?] la gente hacía muchos fuegos en un encinar que estaba alrededor del lugar y fue tanta la multitud de las lumbres y grita y estruendo de los que no tenían cama que no parecía sino que tenían sitiado alguna gran fuerza cuyos también parte de la estrechura a las damas porque durmieron todas en muy pequeño espacio y no de sala sino de establo. Esa noche mando repartir la princesa ciertos venados que el comendador de Piedrabuena le había enviado entre la gente cortesana y el obispo hizo a su Alteza presente de dos gamos muy lindos. El martes siguiente, partió de aquí y fue a dormir a Alcántara…
La presencia del sequito de la princesa en el pueblo tuvo que causar gran impacto en la población ya que con ella venían caballeros, obispos, criados, escuderos y hasta juglares. La celebración que se realizó en la población fue de una gran magnitud y, como según relata el escrito su estancia duró varios días, llegó el jueves a Herreruela y hasta el martes no partió a Alcántara. Por ello es normal que los ecos de esta gran celebración hayan llegado a nuestros días.
Confirmada la autenticidad del dato histórico de la presencia de María de Portugal en Herreruela, podemos reafirmar otra de las “leyendas” que tiene esta población; su gran capacidad de acogida y su espíritu festivo.